Abuso de poder.


Hace unas semanas, presencié un acto por parte de un sacerdote, que me llevó a sentirme indignada, por lo que me decido a escribir sobre ello.

          Un sacerdote, encargó en una sastrería eclesiástica una camisa clergyman. Cuando fue a recogerla, este hombre, tiró un dinero encima del mostrador, pagando dicha prenda el precio que a él le pareció oportuno y no el que le indicaba la empleada de esta, de hecho, no quiso ni que se la envolvieran.

          A mí me ha llevado a reflexionar sobre este acontecimiento porque lo considero un abuso de poder y un gesto despótico.

          Como cristiana, pienso que actos de esta índole hay que denunciarlos porque atentan contra todo lo establecido en el cristianismo.

          Hay predicadores que son los primeros en precisar las obligaciones éticas y exigir con rigor el cumplimiento de los deberes cristianos, pero que luego no son tan radicales a la hora de vivir el seguimiento de Jesús.

          La actitud de este hombre, entregado al servicio del Evangelio, me dejó perpleja porque pienso que su gesto lo deshumanizó, lo volvió ciego superficial y cruel. Olvidó su condición de hombre y hermano. No vio la necesidad de esas personas de cobrar un precio justo por su trabajo, no comprendió sus angustias y miedos, no entendió que eran sus hermanos.

          El clasismo y gesto de indiferencia le aisla, le aleja de la fraternidad humana.

          Este señor, eligió servir a la iglesia libremente y en amor. El no representa una ideología religiosa de un funcionario, moralista y liturgo eclesiástico vestido de negro, sino que representa a una iglesia en la que todos queremos vivir y disfrutar de la vida en plena libertad y respeto.

          La iglesia de Cristo es la del servicio, no la del poder. El poder no es Evangélico, puede servir para muchas cosas pero no precisamente para hacer buenas a las personas.

          Ser sacerdote representante de la iglesia significa estar al servicio del humilde, lo demás es ensanchar filacterias, franjas de manto, buscar ser los primeros lejos del Evangelio del Señor.

          Lo primero de todo amar, significa respeto al ser humano, no anteponer nada ni a Dios ni al ser humano. No hay nada más valioso que el respeto porque significa amar, su integridad física, psíquica, pensamiento, trabajo, valor de este porque lo que hizo este hombre fue una extorsión, Cuando estas realidades se sitúan por encima de las personas se manipula, para cualquier fin. Todos somos hijos de Dios y por ello, hemos de ser respetados.

          Si no somos personas abiertas a la verdad, se vive un totalitarismo religioso y eso no es amor, sino fanatismo y dictadura religiosa.

          Mi verdad no es la única ni la mejor. Hemos olvidado el pudor.

          Amar, significa respeto, ser amplio de mente y corazón.

          No quiero juzgar a esta persona, pero sí decirle como cristiana que, desde el mandamiento del amor, no se puede ser un tirano, no se puede actuar con despotismo. El trabajo de las personas, su tiempo, tienen un valor y no el que él quiera darle, sino lo que realmente vale y si no tiene el suficiente dinero para pagar el precio justo de la tarea encomendada, que no obligue a nadie a trabajar casi gratis o ajustar un precio que a el le conviene.

          No olvidemos que Jesús, no fue un teórico de la religión, sino un hombre que hizo el bien, lo específico de él fue su praxis liberadora.

 

              NO OS DEJEIES LLAMAR MAESTRO, NI PADRE, NI JEFE (Mt 23,1-12)

 Maria Hidalgo

Julio 17/23

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