CUARESMA Y APOROFOBIA: DUELE EL ODIO AL POBRE

 

Escribe Antonio Coelho Pereira

Las iglesias históricas cristianas en Uruguay guardan un silencio vergonzoso frente a miles de uruguayas y uruguayos en situación de calle.

Escondidos en sus reductos cuidando los pocos fieles que tienen viven en una realidad paralela, haciendo oído sordo al clamor del hambriento del excluido del sin techo.

Dentro de la liturgia cristiana estamos en Cuaresma, seguramente las comunidades estarán practicando en ayuno los viernes de no comer carne vacuna, pero el profeta Isaías grita desde la historia “compartirás el pan con el hambriento, los pobres sin techo entraran a tu casa, vestirás al que veas desnudo y no volverás la espalda a tu hermano” Capitulo 58 versículo 7.

Pero el desafío es para tantas y tantos que fracaso tras fracaso vimos destruir las pastorales y abandonamos las comunidades desgastados, avejentados, cansados de rescatar la ayuda al otro y al amor al projimo, al hambriento o al necesitado como principal compromiso cristiano. Muchos, la gran mayoría, viviendo en situacion “de pecado” por seguir apostando al amor y construyendo nuevos vínculos, ya sean heterosexuales como homosexuales.

Parcecr poder más el disciplinamiento, la culpa que el seguimiento de Jesús. Han sido mas fuertes y dañinos los aparatos de las iglesias para condenar, destruir moral y psicológicamente a las personas. Es tan fuerte que silencia voces, expulsa personas que les recuerdan que según las escrituras, el hambre siempre fue un flagelo del pueblo, sentido por una gran compasión por Dios. Es imposible otra lectura del Exodo en el Antiguo Testamento que un Dios que acompaña a su pueblo en busca de la liberación, mientras en el caminar se genera comunidad.

Ese mismo Dios hoy sigue presente atento ante el flagelo de la aporofobia lacerante. Ya ni siquiera es ausencia de amor. Es odio al pobre, aporofobia.

Pero también es el mismo Dios que nos da fuerza para enfrentar a los dirigentes de las distintas comunidades cristianas. Es muy difícil porque están escondidos en edificios llenos de rejas, financiados por las maquinarias de sus empresas educativas. Pero hay que contar que no hace tanto fue distinto, que mujeres heroicas entregaron la comodidad de sus colegios y se fueron a vivir como vecinas con la gente más humilde, que pastores se fueron a trabajar a barrios totalmente marginales generando espacios ecuménicos de trabajo con niños y jóvenes.

Es verdad que hay sobrevivientes que se mantienen con la fuerza que da el Espíritu, fieles a su compromiso, pero mejor ni nombrarlos porque no la están pasando bien. Otros y otras que continúan con pesar y devoción el camino de rescatar lo mejor de la tradición comunitaria en Jesús. Sus esfuerzos parecen estrecharse contra las jerarquias del poder y del orden injusto. Llegará el momento del reencuentro de quienes están y de quienes han elegido la diáspora, todos en comunión con la verdadera fe y amor a los pobres.

Es momento de retomar las enseñanzas de brillantes intelectuales y frailes como Pedro Suarez y Jerónimo Bormida del CIPFE, que nos invitaban desde su docencia a transgredir, a ser creativos. Lo mismo los evangélicos retomar al Pastor Castro que tantas vidas de víctimas del terrorismo en el continente salvo de la prisión y la muerte.

No hay receta pero es momento de reencontrarnos, como lo hacemos los 20 de mayo hermanados en el silencio, de generar espacios comunitarios sin estructuras, donde celebrar la fe y la esperanza.

En los Poemas Malditos de Monseñor Casaldaliga, hay uno que escribió trabajando con su pueblo en la zafra de arroz.

…..Creo en la hoz y el haz

de estas espigas caídas

una Muerte y tantas vidas

Creo en esta hoz que avanza

bajo este sol sin disfraz

y en la común esperanza

tan encurvada y tenaz


https://cuadernosdeltaller.com/2023/03/27/cuaresma-y-aporofobia/

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