Olga Lucia Álvarez Benjumea ARCWP*
Vaya título el que me ha salido. Creo que hay razón.
Es que son 2 teologías totalmente opuestas, vigentes, por lo tanto, existen.
La primera es muy antigua, de corte patriarcal,
masculina. Se dice “universal” a pesar de la discriminación, exclusivista,
opresión y marginación.
La segunda es más nueva, es novedad, es creativa, es
acogedora, es tierna, es amor, es feminista. No tiene fronteras ni muros.
La primera nos ha presentado un “dios” varón, duro,
celoso, fiscalizador, castigador, competidor, no generoso, poderoso,
autoritario, agresivo, de majestad y corte imperialista.
La segunda, tiene rostro femenino, genera paz, tranquilidad,
solidaria, tierna, paciente, inclusiva y acogedora.
¿Cómo descubrir el papel influyente en la sociedad y
en la religión de dicha espiritualidad teológica violenta o no violenta?
¿En la primera, por qué no nos preguntarnos qué quiere
decir el homicidio de Abel realizado por Caín? ¿Qué sentimos cuando leemos el
pasaje en que Dios, ordena a Abraham sacrificar a su hijo Isaac?
Cómo es posible, que en este tiempo todavía veamos en
nuestras casas, colegios, iglesias, la imagen de Jesús crucificado, recordándonos
siempre la maldad de la violencia la lucha del poder y abuso de autoridad.
En todo este tiempo, digamos; siglos, años, aún no
hemos sido capaces de desclavarlo, lavarlo, arreglarlo y presentarlo con sus
manos libres en actitud amorosa de acogida, reconciliación, paz y amor. Hemos
cometido el grave error de no anunciar su Resurrección, estamos negando su
Pascua de Resurrección que es vida y Vida en abundancia. (Juan 10:10).
Nos predomina y domina una espiritualidad teológica de
violencia, cómo no recordar nuestros mártires, nuestros líderes, mujeres,
hombres y niños, asesinados por la violencia. Una violencia azuzada, corrupta,
sostenida en nombre de Dios, despedazando familias y pueblos enteros,
generadora de competencia, individualismo y egoísmo. Provocando polarizaciones
fomentando el regionalismo.
Esta situación no es de ahora, esta situación es de
vieja data. La condena a muerte de Jesús no tiene par en la Historia. Fue
traicionado, no tuvo un juicio limpio, se le trató con violencia, en un
aparente sistema democrático que lo llevó al Calvario, alegando que hubo
consulta popular. Pilatos “consultó” al pueblo: “a quien les libero a Jesús o a
Barrabás?” Mateo 27:15-16. Esto no ha
cambiado, sigue vigente y sus expresiones de violencia aumentan ensañándose de
manera brutal y violenta en la cantidad de feminicidios que cada día aparecen
más demostrando su sevicia y crueldad. Con horror, miramos la guerra entre
Ucrania-Rusia, no olvidemos en el momento actual se cuenta con un total de 64
guerras en el mundo.
Ni que decir de la cantidad de iglesias, ongs. y
diferentes grupos en los que destila el diccionario de la agresividad,
violencia, encubrimiento, marginación, exclusividad sobre todo contra las
mujeres.
Hasta aquí un breve resumen del vigor con que nos ha
estado azotando la espiritualidad teológica violenta. Investigaciones,
denuncias, siguen pasando páginas en la Historia…
La segunda: espiritualidad teológica no violenta.
Aunque aparece como nueva y novedosa, es tan antigua
como la primera. En nuestra época se le esta dando a conocer, las mujeres
estamos empeñadas en no dejarnos marginar, oprimir y violentar por el sistema
patriarcal.
Nos la han dado a conocer varias mujeres teólogas
feministas. Sus resultados ya se empiezan a ver, ella aparece en los grupos de
las Comunidades de Base, formados en su mayoría por mujeres. Aunque es bueno
recordar que estos grupos por la presión eclesiástica se vieron obligados a
cambiar de nombre.
Esta teología empieza por realizarse en el hogar con
la familia. Nuestras madres han enseñado, con sus actitudes la gran cualidad de
saber repartir los alimentos. Son ellas, la que conocen, observan y organizan
“las ollas comunitarias” para los ancianos y para aquellos no tienen nada. Son
ellas las que le dan vida a los Jardines Comunitarios, donde las que trabajan
dejan a sus hijos al cuidado de las vecinas.
Esta teología no es estática, se abre camino al andar.
Las vimos marchando por la justicia, la igualdad y la paz: Ruta Pacífica de las
Mujeres.
Hay mujeres, son aquellas que visitan los enfermos,
acompañan a las familias en su dolor, y son las que celebran la vida preparando
un almuerzo comunitario.
También las vimos acompañando y defendiendo sus hijos,
buscando a los desaparecidos.
Son ellas las que trabajan por su barrio, organizando
jornadas de recreación y de paz.
Esta es una teología no terminada, porque es del
diario vivir en que las artesanas, tejedoras, madres de familia, docentes, van
tejiendo la espiritualidad teológica no violenta, aportando sus dones, para
trabajar unid@s por la justicia, la paz y la igualdad.
En la religión, hemos contado con algunos varones muy
ligados a la lucha en favor de las mujeres. Hoy, a pesar de las dificultades
también contamos con mujeres que se han ido apersonando de la Buena Nueva, y
nos la anuncian en sus celebraciones litúrgicas.
Esta teología, derriba muros y fronteras, fomenta la
inclusividad, construye en comunidad, el camino para la Paz y la Justicia en
fraternidad, sin competencias, sin envidias, sin egoísmo, pero con mucho amor y
ternura.
*Presbitera católica romana
Envigado marzo 1/23
Comentarios
Publicar un comentario