Graciela Melo Moya
(Bogotá, 1950 - Bogotá, 1994)
Era el año 1992 en sus inicios. De ese tiempo mi memoria guarda
entre sus pliegues la imagen --- alegre, desprevenida, de cabello bellamente
ensortijado y algo rojizo --- de una mujer que llegando a la jornada laboral
nocturna de un colegio distrital en el sur de Bogotá, inundó de calidez la fría
atmósfera característica de una urbe que tiene entre sus mensajes publicitarios
el estar situada 2.600 metros más cerca de las estrellas. Graciela Melo, la
mujer de este recuerdo, murió en septiembre de 1994, tenía 44 años y su temprana
ausencia no ha hecho más que acrecentar la valía de su paso por mi vida.
Compartimos de manera entrañable el día a día de un ambiente
escolar con jóvenes y adultos trabajadores, hombres y mujeres, con necesidades
apremiantes y múltiples expectativas acerca de su porvenir. Nos unía la puesta
en práctica de un proyecto educativo que por esas fechas se estaba iniciando en
la institución y que en el área de Ciencias Sociales, a la que pertenecíamos,
tenía como eje conductor la proyección comunitaria; también nos unía el interés
por todo aquello que afectara la vida de las mujeres, lo que por supuesto
ampliaba el horizonte de nuestra particular atención por la vida política,
social y sindical.
Con su formación como teóloga, biblista, maestra, feminista y su
ser mujer Graciela enriqueció el quehacer de la Comisión de Asuntos de la Mujer de la ADE,
sindicato de los maestros y maestras de Bogotá; el quehacer de la
Asociación de Teólogos Koinonía; el
quehacer de la Comisión Mujer e Iglesia de la Conferencia de Religiosos de
Colombia CRC; el quehacer pedagógico; la investigación, en su calidad de
asistente, sobre la problemática religiosa que enfrentan las mujeres cuando
deciden interrumpir un embarazo, en donde
se evidencia que la Iglesia Católica, durante su milenaria existencia,
no ha tenido en su interior una postura
unánime sobre el aborto; asimismo, enriqueció la divulgación de la hermenéutica bíblica con
ojos de mujer, convencida, como estaba, de transitar un camino de catequesis
liberadora inspirada en los propósitos del Vaticano II pero trascendiéndolos en
lo referente a las mujeres.
En ese tránsito, no perdió de vista los avances que para entonces
ya existían en ese campo y, apoyada en ellos, insistió en lo esencial de ver a
las mujeres como sujetos históricos. Leerlas en la Biblia con sus presencias y
ausencias rescatando lo liberador que pudiera existir; develar los contenidos
de misoginia y opresión experimentados por las mujeres en el relato bíblico;
transformar esa circunstancia.
Quiso la coyuntura de esos primeros años noventa del siglo pasado
que Graciela se topara con un motivador desafío durante el desarrollo de un
evento de mujeres en Bogotá, en el año 1993; en él estuvieron presentes dos católicas
feministas uruguayas planteando la pertinencia de una propuesta que permitía a
las mujeres católicas encontrar en su tradición de creyentes los elementos y
razones para no renunciar a su fe, aún no compartiendo y más bien denunciando,
aquellas enseñanzas católicas que les impiden su autonomía y su derecho a
decidir en todas las esferas de su vida.
Fue maravilloso ese albur. A partir de ese momento Graciela hizo suya
esa tarea y se planteó junto a otras mujeres dar forma a “Mujeres Huldá”, en
memoria de la profetisa que era consultada por el rey Josías, organización que
posteriormente dio vida a Católicas por el Derecho a Decidir CDD – Colombia.
Con ese sueño, inconcluso para ella, vino la muerte “tan callando”
y nos dejó a su hijo, a su hija, a su esposo, a su familia, a sus amigas y
amigos con la alegría por su vida y haberla tenido cerca y el dolor de su
partida. Por su expreso deseo, luego de una pequeña ceremonia del adiós,
dejamos que el viento que habita el cerro de Monserrate diseminara sus cenizas
en ese extenso verde que cubre las onduladas formas del oriente bogotano.
Su presencia inspiradora ha mantenido en mí una dulce nostalgia y
la serena convicción de que los pasos avanzados de Graciela deben seguir
transitando sin pausa encarnados en nuevas generaciones de mujeres que quieran
como ella, de manera sincera y comprometida, hacer de sus vidas un testimonio
de mejores y más coloridas primaveras.
Cofundadora de Católicas por el Derecho a Decidir – Colombia
FB: Católicas por el Derecho a Decidir - Colombia
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