Informo a mis lectores este texto ha sido sancionado por alguien que se molesto, por eso no lo puedes ver. Lo siento. Lo vuelvo a colgar.
¿CUÁL
ES EL QUEHACER DE UNA PRESBITERA?
Olga
Lucia Álvarez Benjumea ARCWP*
Es
esta una pregunta que me vengo haciendo continuamente.
Presbitera
quiere decir: persona anciana que sirve ejerciendo su ministerio.
Ese
servicio hay que mostrarlo. Es decir, el ministerio hay que mostrarlo. El ser
presbitera es un servicio diferente, a la profesión que se ejerza. El
ninisterio presbiteral, no es para acumular diplomas.
Como
Movimiento, las Presbiteras católicas romanas, nos hemos comprometido en
anunciar el Evangelio: digna y honestamente, Sin pretender entrar en
competencia con el clero. Sin clericalismo. Sin títulos. Nuestro objetivo es el
cambio radical dentro de las estructuras eclesiales, sin abandonar la Iglesia.
Exigiendo
igualdad, para tod@s sin desechar “la piedra angular”, donde mujeres y hombres,
homosexuales, sin racismo, sin discriminación por sexo, seamos acogid@s tod@s
como hij@s de la Divinidad. De manera especial las mujeres a quienes el Decreto
Graciano del año 1.140 dice: que no somos imagen de Dios. Decreto que debe ser
abolido y no es que se nos diga que somos “hijas de Dios” para ser sumisas y
sometidas al sistema patriarcal. Tampoco es para que se nos diga que todos
somos “el sacerdocio común”, porque hasta ahora tampoco se ve que eso se cumpla
y ejerza, ya que dicho sacerdocio no es opcional, es exclusivo para el varón
bautizado como lo reseña el Canon 1024. ¿Acaso, el Bautismo es solo para los
varones? Ya que el nuestro “viene” con restricciones por ser mujeres. Wsro ha
dado ocasión para que la Jerarquía haga creer que solo ellos, son los unicos
representantes de Dios en la tierra.
Otro
Canon digno de reformar es el Canon 1395 donde se nos vincula con el delito de
la pedofilia.
¿Cuándo
la Jerarquía eclesiástica reconocerá su pecado y pedirá perdón por ello?
Si
bien, agradecemos a Francisco los esfuerzos hechos por vincular mujeres en el
Vaticano, esto no es suficiente y tampoco es que estemos buscando empleo.
Debido
a la situación de injusticia en que vivimos las mujeres en la Iglesia
institucional y con el debido permiso de quien me ha enviado esta comunicación,
me permito compartirla con sus ustedes.
*presbitera
católica romana
Mayo
16/2022
Apreciada
Presbítera Olga
Hace
ya un tiempo que se de la organización de Catholic Women Priests y he leído
mucho sobre ustedes. Les tengo una admiración infinita a todas por ser pioneras
de los derechos y la igualdad de la mujer en la esfera del liderazgo espiritual
de la iglesia católica.
De
pequeña yo iba a misa todos los domingos con mis padres y a pesar de mi corta
edad ya había algo con lo que me sentía muy incómoda, con el tiempo pude
ponerle nombre a ese sentimiento y era el hecho de no ver nunca a una mujer que
diera la misa y de oír siempre hablar de Dios en términos masculinos. También
me alejó de la iglesia el hecho de que mis padres que eran católicos muy
devotos y iban a misa todos los domingos nunca pudieran comulgar. Mi papá
estaba divorciado y casado en segundo matrimonio por lo civil con mi mama (ya
que no había divorcio por la iglesia) y por eso no les estaba permitído
comulgar. Tengo recuerdos de infancia de ir a misa con ellos y verlos siempre
sentados en los bancos mientras la fila para la comunión se hacía cada vez más
larga y la gente les pasaba al lado. La combinación de una sensación de
injusticia con mis padres, el machismo lingüístico en referencia a Dios y
la falta de representación femenina en el altar hizo que me alejara
del catolicismo hasta el punto de sentirme una huérfana sin hogar
espiritual. Esto para la gran tristeza de mi papá y mi mamá, los dos católicos
muy devotos. Mi papá era de Medellín y su familia era muy creyente y mi mamá es
Argentina educada en colegio de monjas.
Después
de que nació mi hija tuve una renovación de mi espiritualidad con una
comprensión mas profunda de lo que estaba haciendo falta desde el comienzo que
era simplemente la apreciación de la divinidad y la espiritualidad desde un
punto de vista femenino, y aún más la muy necesaria presencia del liderazgo
femenino en el altar y en el seno de las decisiones de iglesia católica a nivel
de voto. En conclusión, una democracia con representación justa y sin
discriminación de género. En pocas palabras me hizo falta ver una mujer dando
misa, sentirme identificada, y no quiero que mi hija tenga esa misma
carencia.
Soy
colombiana y vivo en Nueva York desde hace muchos años pero mi familia todavía
vive en Colombia. Tengo una hija de 7 años y quisiera pedirle que usted la
bautizara. Lo hemos hablado con mi esposo y el estaría feliz también de que
fuera usted ya que admiramos muchísimo que sea la primera mujer colombiana en
abrir el camino de la igualdad del liderazgo espiritual femenino en el país. Mi
hija se llama Atenea, (Athena en inglés ), tiene nombre de diosa Griega y se le
ocurrió mama porque mi esposo es Griego, y para mi fue el nombre perfecto desde
siempre. En parte ese nombre y toda la historia que conlleva fue como una pista
que me indicó el camino para encontrar que era lo que siempre me había hecho
falta. La simple representación poderosa de lo femenino en la espiritualidad.
Ya que Atenea, diosa de la sabiduría, las matemáticas y la estrategia es
específicamente eso lo que representa.
Mi
familia tiene una finca cafetera en Fusagasugá que tiene una pequeña capilla
construida por mi papá. Él era muy devoto de la Virgen de Chiquinquirá ya que
estuvo muy enfermo en su adolescencia, casi de muerte y después de ir a rezarle
a la basílica se curó milagrosamente. Mi papá murió hace unos años y me
gustaría mucho bautizar a su nieta en esa capilla que el hizo en honor a la
Virgen, que para mí es la representación en el catolicismo de la divinidad en
femenino. Yo fui bautizada en Chiquinquirá y por eso siento que ese poder de la
virgen siempre está conmigo.
Por
favor dígame si usted podría celebrar el bautizo. Yo sé que vive en Medellín
así que yo organizaría todo lo de su viaje y transporte hasta Fusagasugá.
Un
abrazo muy grande.
Con
mucho aprecio,
Fiona
Constain
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