Ajuzgar por tantas afirmaciones que se hacen, deberíamos suponer que el feminismo es culpable de muchas cosas que algunos califican como terribles. Al parecer, los innegables avances que el feminismo ha logrado, para ser exactas, los feminismos, porque también el feminismo es diverso, han causado angustia en algunos y han hecho que se sientan atacados.
Hagamos un análisis sobre las consecuencias del feminismo. Para empezar: el feminismo es una postura filosófica y política que reconoce las brechas de desigualdad que hay en los derechos entre hombres y mujeres; se involucra todos los días en erradicarlas y busca estrategias para que se entienda que la machista es la cultura, y por eso hay hombres y mujeres machistas. Y por eso mismo, los hombres y las mujeres están llamados a involucrarse en erradicar la desigualdad.
Ser feminista es una apuesta política que busca que las mujeres tengan los mismos derechos, oportunidades y acceso a recursos que los demás miembros de la especie humana, es decir, los hombres. A diferencia de lo que pregonan voces malintencionadas, el feminismo no busca la opresión. Y tener que escribir esta obviedad demuestra lo lejos que estamos de que se comprenda la profunda vocación liberadora e igualitaria que convoca el feminismo.
Quienes aducen la interpretación maliciosa de que el feminismo busca arrodillar y esclavizar a los hombres no están haciendo nada más que replicar el discurso que el patriarcado nos ha endilgado, desde que nos culparon de la expulsión del paraíso. Así que no es que estén innovando mucho. Simplemente están perpetuando la inequidad.
Corresponde hacer la lista de las cosas que han sucedido por culpa del feminismo.
Gracias al feminismo, las mujeres podemos votar, elegir y ser elegidas. También podemos divorciarnos y nuestra palabra, en teoría, tiene tanto peso y validez como la de cualquier hombre. O casi. De cualquier forma, la diferencia entre los derechos que tenemos las mujeres hoy en día y los que podían reclamar y vivir nuestras abuelas es abismal.
Quienes aducen la interpretación maliciosa de que el feminismo busca arrodillar y esclavizar a los hombres no están haciendo nada más que replicar el discurso que el patriarcado nos ha endilgado.
Ellas, las abuelas de las mujeres de mi generación, ni siquiera podían administrar sus bienes. Ni eso. No tenían autorizado abrir una cuenta bancaria, no eran escuchadas en juicios, y ni hablar de estudiar o salirse de los roles de género establecidos. Todo era pecado, si es que no lo consideraban delito. Algo tan obvio hoy en día nos fue negado por siglos... solo por ser mujeres.
Ningún avance se habría alcanzado si no fuera por miles de mujeres que han empeñado su vida, sus relaciones afectivas, sus convicciones más profundas, para defender los derechos de otras mujeres. Sin ellas, hoy no podrían votar las que gritan desde cargos públicos, o de elección popular, que las feministas somos peligrosas. Y esa es la gran contradicción, porque sin el feminismo, sin nosotras las mujeres que luchamos, no tendrían los lugares de poder y privilegio desde los que hoy atacan los derechos de las mujeres.
Sin embargo, si de algo sabemos es de resistencia. Incluso contra las que atacan nuestros derechos. No lograrán hacer retroceder lo que avanzamos, aunque aún no se hayan dado cuenta, ese trabajo en el que nos empeñamos a diario logrará beneficiar los derechos de sus hijas y nietas. Y serán sus nietas quienes lo agradezcan, aunque ahora ellos y ellas no lo vean.
Los insultos, información falsa y chistes flojos muestran el desprecio que el feminismo les causa a algunos y la incomodidad de quienes sienten confrontada su históricamente cómoda posición de poder ante las mujeres. Por suerte, cada vez más hombres entienden que involucrarse en la lucha que las mujeres damos contra las brechas de género es un acto responsable que beneficiará a las mujeres de sus vidas y, sobre todo, que a la larga los beneficiará directamente a ellos.
ELIZABETH CASTILLO
Por culpa del feminismo - Columna de Elizabeth Castillo - Columnistas - Opinión - ELTIEMPO.COM
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