Olga Lucia Álvarez Benjumea
ARCWP*
Recuerdo que nuestras madres, se reunían con las
vecinas, a conversar un determinado día de la semana, jugaban tute=naipes, dominó, o
parqués. En esa reunión entre partida y partida, iban contando sus diversas
situaciones vividas. Era como una especie de terapia, me atrevería a decir.
Ahí conversaban ellas, hasta lo que les había dicho el
cura, cuando se fueron a confesar: “a mí no me dio la absolución”, “¿cómo y por
qué? Le preguntaban las compañeras: “a pues, por la píldora y habíamos varias
mujeres haciendo fila para la confesión y cuando vieron lo que me sucedió se
retiraron”.
Echaban chistes, y comentaban situaciones con sus
hijos. “mi hija me amenazó con el papá, y cuando vino el papá no sucedió nada.
Porque, claro, soy la que les arreglo la ropa, les hago la comida, y están más
tiempo en la casa conmigo que con él. No se iban a exponer a quedarse sin nada”.
Todos estos detalles y habrán más, tienen todo el
reflejo del sistema patriarcal, vivido no solo en la sociedad, sino en la
familia.
Visto así por encima, se nota a las claras el poder de
la Iglesia institucional contaminada por dicho engranaje de abuso de poder, discriminación
y marginación contra la mitad de la imagen de la Divinidad, atreviéndose a
negar Génesis 1:26-27.
Todo lo quieren hacer pasar por mandato “divino”
desvirtuando el mensaje de la Buena Nueva.
Mientras el sistema no lo cambiemos, siempre vamos a
estar escuchando su preocupación morbosa sobre los asuntos morales, se ha visto
en la Eucaristía por la TV para enfermos. Les importa más los 10 mandamientos que
hablar de Jesús como mensajero de Liberación, Misericordia, dándonos a conocer
el Padre Creador. Les importa más sus disciplinas, cánones, decretos y normas, que
aprender y dar a conocer la Buena Nueva como actitud de justicia, paz y
reconciliación.
No reconocen y olvidan las actitudes de Jesús frente a
los errores cometidos como es el caso de la mujer adúltera, Juan 8:1-11; con la
mujer samaritana Juan 4: 1-45, su defensa a la mujer que lo ungió en casa de
Simón, el leproso, Marcos 14:1-11, el diálogo con Zaqueo Lucas 19:1-10; sin
juzgar invita a Mateo a su grupo, Lucas 5:27-32.
La institución eclesial como tal permeada por dicho
sistema, teme perder sus atributos de poder y autoridad, por eso en el
confesionario, cuando una mujer le pregunta al cura alguna preocupación su
respuesta ha sido: “pregúntele a su marido”. Les interesa más la doctrina
paulina Efesios 5:22-24, que dice que “el hombre es la cabeza de la mujer”.
Preguntémonos, es acaso el patriarcado del doméstico,
¿el baluarte de un sistema patriarcal fundamentalista?
El sistema patriarcal dentro de la Iglesia
institucional, ha venido formalizado cada vez más su estrategia, protegiéndose en
argumentaciones teológicas y filosóficas reseñando referencias de Aristóteles,
Tomás de Aquino, la Biblia, el Catecismo de Trento y varias encíclicas papales).
Todo ello, ha afectado el anuncio de la Buena Nueva.
¿Cómo liberarnos del
sistema patriarcal? Empecemos por tomar consciencia del desastre que este mal
ha traído, a la humanidad. ¿Cuántas guerras tenemos en la actualidad año 2022 alrededor
del mundo? Mal contadas 25, sin contar
las guerras domésticas sus feminicidios y asesinatos que tanto sufrimiento ha
dejado en el ser humano.
Hombres y mujeres debemos
de parar la violencia en la que vivimos, no creamos que las guerras están
lejos, no estamos libres de que nos encontremos con ella a la vuelta de la
esquina…
Vivamos la Buena Nueva,
en la plenitud de su mensaje, despojémosle, protejámosle del ropaje del sistema
patriarcal. Hagamos presente el Reino de Dios, entre nosotr@s, con nuestro
compromiso y testimonio: Jesús dijo: En esto conocerán todos que son mis
discípul@s, si teniendo amor l@s un@s con l@s otr@s. Juan 13:35.
Empecemos ya.
*Presbitera católica
romana.
Marzo 17/22
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