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Las iglesias evangélicas ganan peso en América Latina e influyen cada vez más en la política

Bolsonaro, López Obrador o la nueva presidenta interina de Bolivia, Jeanine Áñez, son algunos de los dirigentes que contaron con su apoyo para llegar al poder

A principios de noviembre, poco después de que Evo Morales abandonara la presidencia de Bolivia a instancias de las fuerzas armadas, el líder opositor Fernando Camacho -quien dirigió buena parte de las protestas contra el exmandatario- entró con una Biblia en la mano al Palacio Quemado y aseguró que “Dios volverá al gobierno”. En la misma línea se expresó la presidenta interina Jeanine Áñez en el día de su asunción, dejando claro que para el sector que ahora gobierna, religión y Estado van de la mano.
Pero esa voluntad de gobernar con la Biblia en Bolivia es sólo la expresión más reciente del enorme crecimiento que están teniendo las iglesias evangélicas en toda la región, y de su estrecha relación con la política. En algunos casos, el apoyo de estos sectores ha sido crucial para el auge de la derecha en diversos países.
En ocasiones, este apoyo se traduce en políticas de bloqueo a medidas como el matrimonio igualitario y los derechos reproductivos de la mujer en la región. El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador adoptó medidas para contentar a este sector como la de distribuir una “Cartilla Moral” que hablaba de un “respeto a nuestro cuerpo” que nos “enseña a ser limpios y moderados en los apetitos naturales”.

Una religión en auge

Mientras que en el continente el número de católicos cae, la religión evangélica sigue ganando adeptos en distintos estratos sociales. Así lo muestran datos del Pew Research Center, el principal centro de investigación sobre religiones. Según esta institución, entre 1900 y 1960, el 94% de la población latinoamericana era católica, pero desde entonces ese porcentaje disminuyó.
Un estudio del mismo centro con fecha de 2014 mostró que pese a que el 84% de los entrevistados habían crecido como católicos, en ese momento sólo un 69% se identificaba como tal. En contraste, solo 9% de los latinoamericanos crecieron como evangélicos, pero el 19% dice seguir esa religión actualmente.
En una entrevista con la BBC, el experto Andrew Chesnut, quien estudia el movimiento pentecostal desde hace 25 años, ya apuntó algunas de las razones de por qué estos grupos se configuran fácilmente en el poder. Para él, en la religión católica existen sectores más conservadores (como el Opus Dei) y otros más progresistas (como la Teología de la liberación).
En cambio, para él los evangélicos son más “políticamente homogéneos”, con lo cual les sería más fácil unirse y tejer alianzas. De la misma manera, tienen mayor capacidad de hacer eco de pensamientos compartidos por sectores conservadores de clase media y alta, y a la vez encontrar el apoyo de los sectores menos favorecidos.
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Fuerte influencia en la política

¿Cómo fue el proceso en el que las iglesias pentecostales abandonaron los templos para entrar en las casas de gobierno? El fenómeno, si bien particular en cada lugar, reproduce algunos procesos similares indistintamente de la zona.
Durante las campañas electorales, los seguidores de la fe evangélica a menudo colocan sus manos sobre el candidato en cuestión, en símbolo de bendición, esperando que ello se traduzca en más votos en las urnas.
Luego, esos votos se pagan. Por ejemplo, López Obrador concedió a los evangelistas estaciones de radio y canales de televisión para transmitir contenido religioso. Otras veces, el apoyo se retribuye con nombramientos políticos, de forma que los mandatarios quedan rodeados de funcionarios que apoyan el movimiento evangélico.
Este último caso fue lo que ocurrió en Colombia con el nombramiento de Alejandro Ordóñez como embajador del país ante la Organización de los Estados Americanos (OEA), quien opinó que “la familia se crea cuando se complementan un hombre y una mujer”. En Brasil, la pastora evangélica Damas Alves –frontalmente contraria al aborto y a la igualdad de género– se encuentra actualmente activa al frente del Ministerio de Mujeres, Familia y Derechos Humanos.
En Brasil, los evangélicos son la principal base electoral del presidente Jair Bolsonaro, impulsado hacia la presidencia. En Estados Unidos no es muy diferente: Donald Trump contó con el apoyo de las iglesias pentecostales para salir elegido. En ambos lugares, las menciones a Dios y las citas de pasajes bíblicos se multiplicaron en los discursos políticos.
En otros países, los evangélicos usan su esfera de influencia para negar algunos derechos humanos. Por ejemplo, en la Argentina la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas (Aciera) apoyó el bloqueo a la ley de educación sexual, mientras que en El Salvador, el nuevo presidente Nayib Bukele se opuso a aceptar el matrimonio igualitario.
Una reciente investigación hecha por el Columbia Journalism Investigations de Estados Unidos, el Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP) y 15 medios latinoamericanos pone luz sobre cómo los grupos evangélicos hicieron para avanzar su agenda políticaa través de gobernantes cuestionados como Daniel Ortega en Nicaragua, Jimmy Morales en Guatemala, Juan Orlando Hernández en Honduras y otros dirigentes latinoamericanos.

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