MONSEÑOR GERARDO VALENCIA CANO, COMPARTE LO INTIMO DE SU ALMA Y SUFRIMIENTO, SU CRISIS DE FE, Y UN DIOS ESCONDIDO.
Olga Lucia Álvarez Benjumea ARCWP*
Entre mis papeles tuve la suerte
de encontrarme con un buen material de reflexión y comentarios de Alfonso Gil Yepes exsacerdote, compañero y hermano en el sacerdocio, de la
Diócesis de Buenaventura, quien, en un pequeño boletín de su autoría, nos
descubre a Gerardo Valencia Cano como un hombre profundamente humano, sincero y
honesto consigo mismo y frente a los demás.
El documento
aparece escrito en Dagua, septiembre de 1995 a los 23 años de la Pascua de
Gerardo (enero 21/72).
Quienes
conocimos a Gerardo, no nos era extraño que fuera etiquetado como el Obispo
Rojo=comunista, sus palabras de denuncia dieron golpes fuertes, ante la prensa,
la Jerarquía y su propio instituto de Misiones Extranjeras de Yarumal, donde
fue considerado como la Oveja negra en su propia congregación a la que
pertenecía, como sacerdote y religioso misionero.
Con mucho
fervor y respeto, Alfonso, nos muestra un Gerardo que sufre, “noches oscuras” al
igual como nos revelan que sufrió San Juan de la Cruz. Gerardo, es un hombre que
sufre y es atormentado en su débil fe, como le sucedió a Teresa de Calcuta. Él
es un hombre capaz de mostrarnos su flaqueza, algo de que nosotros/as como
seres humanos, no nos atrevemos a entrar en confrontación, ni con nosotras/os
mismas/os y menos con los demás.
Gerardo, así
como cuestiona la sociedad, la Iglesia o a aquellas personas amuralladas en su
conservadurismo, encerrados/as de su egoísmo brillante, apegados/as a su estatus quo, inquebrantable, es
vitupereado, invisibilizado, rechazado, abandonado, también cuestiona así mismo,
esa lucha interna que lo atormenta. No la oculta, y comparte con valentía a sabiendas que sus palabras de ayer,
siguen vigentes el hoy, cual profeta de eco permanente, que sigue dando de qué
hablar, van en su contra, y como nos dice Alfonso refiriéndose a él: “Nos equivocamos
pues, al creer simplistamente que el náufrago retozará en pleno mar o tragará
con júbilo el agua que lo ahoga. Es pues lógica la reacción que hubo y habrá
contra su palabra”.
Con respeto,
Alfonso, toca el interior de Gerardo: “No quiero pensar siquiera que de pronto, manifestar
el interior de este Profeta, en tortura, mengue en algo el valor de sus
ejemplos esforzados para la humanidad, o lo que es peor, que este material sea
mal usado en su contra por quienes tienen intenciones torcidas”.
Continúa
diciendo Alfonso: “Cuando se conoce a un hombre de esta talla; cuando, inmersos en su
corriente sanguínea, somos testigos de su angustia, de la tenaz contradicción
que padecía, del proceso dramático que se desarrolló en él, vale la pena
admirarlo, y conocerlo a él, de cerca, mucho más que a sus obras, por
auténticas y reveladoras que sean”.
En Gerardo
primó su vocación sacerdotal, por encima de todo lo demás. En ella se sentía
realizado, viviendo en plena honestidad franciscana.
“Comprendí que la vocación de “evangelizar a los pobres” lleva
consigo el valor de denunciar las injusticias y las hipocresías de quienes
echan pesadas cargas sobre los hombros de los demás y ellos no las tocan ni con
el dedo” …(…)
“…sé que en este momento el sacerdote debe ser por vocación, “la
levadura” para el cambio que esperamos (GS 40) y que su palabra y su acción,
valientemente evangélicas, tienen que ser luz para los marginados y sirena de
alarma para los dirigentes”. (Carta abierta a los
Sacerdotes).
Sigue Gerardo:
“…el santo de hoy, en nuestro
continente, será quien sea capaz de sentar a la misma mesa al rico Epulón y al
pobre Lázaro” …(…)
“Comprendí que es necesita valor humano no ordinario, y gracia del cielo
para “negarnos”” como allí se nos pide…y para “sacrificarnos” por el amigo como
allí se nos insinúa”. (Carta abierta a los Sacerdotes).
Su relación
entre: Responsabilidad humana, Vocación y Ministerio.
Para Gerardo
nunca fue ni un “hobby”, o pasatiempo temporal, ni ningún motivo vano y
superficial, disfrazado de caridad el servir a los demás.
Cuando, se
sentía golpeado, por la furiosa tempestad, que llevaba en su espíritu, salía a
la calle a servir a los demás, seguro de que lo que estaba haciendo no era una
equivocación en el ejercicio de su ministerio sacerdotal que realizaba con
sacrificio.
Sus decisiones
siempre fueron para él, el don de Dios: su Vocación.
Nos comenta
Alfonso: “En efecto: elevó este elemento básico por su decisión y por el don de Dios, a la categoría de vocación. Y,
para transformar esta vocación en fuerza divina, aceptó la consagración de la
misma por medio del sacramento del orden: Ministerio, que viene de ministrare, servir.
La vocación y la perseverancia en la misma son dones de Dios.
“…así como “nadie
puede ir a El, si el Padre no lo atrae”, el don de la perseverancia en la
vocación, es un don superior a la vocación misma”. (Carta abierta los Sacerdotes).
A pesar de la
pesada carga de su crisis, siempre se animó invocando su ministerio
sacerdotal=presbiteral al servicio a los demás.
Por eso deja
escrito en la Carta Número 0283/70:
“Me ordené con la esperanza de honrar mi Ministerio”.
Su ministerio
viviendo en intensidad su consagración es el honor de su vida:
“Pues tanto Tú como nosotros somos servidores del pueblo de Dios. Y ese
era y es para mí el mayor honor” Carta 757/69
El abandono, y
menosprecio que Gerardo sufrió, es inherente a todo Profeta, en él fue su gran
impulso que siempre le acompañó, pidiendo a Dios misericordia y compasión para
quien están en las misma condiciones.
“Permíteme mi Dios que desde el abismo en que me encuentro me vuelva a
Ti para pedirte compasión de quienes están como yo en situaciones semejantes” Diario
enero 11/71.
Comenta
Alfonso:
“Ese abismo para el “anonadamiento” evangélico; era la verdadera pobreza evangélica que lo
desnudaba de toda seguridad, de toda posesión de bienes materiales, de todo
alarde de poder político o espiritual. De todo apoyo secreto personal que le
permitiera alardear en algún sentido, de toda estructura, inclusiva la que
enmarcaba la Iglesia y su Sacerdocio.”
“Ahora me encuentro como abrumado por la angustia de la oscuridad y el
peso de mi flaqueza y de mi torpeza”. Diario
octubre 4/71.
De Gerardo, no
olvidemos que fue, es y será un Profeta. Sus escritos nos confirman, lo que
siente, vive y significan sus palabras. Miremos y estemos atentos/as a lo que
nos dejó escrito:
“Perdona, hermano mío, que irrumpa en las tinieblas de “tu hora”,
violando tu autorización y la de…
Yo tuve mi hora de tinieblas terriblemente dura e inexplicablemente
prolongada.
Aún tengo el escrito de un diminuto papel en plena aula conciliar:
“¡Dios mío, qué martirio tan macho es mi fe! ¡Sálvame, sálvame! No te muestres
sensible. ¡Bástame con que seas real…¡Sálvame, sálvame! Sálvame, Dómame que soy
un caballo salvaje!
Por fortuna aquella pequeña Maestra, que también atravesó estos abismos,
Teresita, me enseñó que vale la pena vivir de este pan rocoso de la tentación,
cuando se es capaz de compartirlo con los hambrientos.
¿Has tomado cachiri en la misma cuya que un tuberculoso? Eso es ambrosía
en comparación con este banquete de desesperados. ¿Sabe que yo tengo ese gusto
de locos?
Por fortuna también lo he declarado muchas veces. Yo quiero sentir la
más amarga de las hambres, el hambre de la fe, para comprender y compartir el
dolor de los que luchan por ella”. Carta 792/69.
No es nada
raro, que se agolpe en nuestra mente muchas preguntas e inquietudes que
quisiéramos aclarar y dialogar con él. Respetemos su silencio.
Gerardo, nos
hace pensar muchas cosas, y nos muestra un servicio totalmente anticlerical:
“La orden de enseñar, como sucesores de los apóstoles nos ha hecho
olvidar el verdadero sentido de nuestra acción”: “hacernos todo para todos”. En
cambio, nos hemos sentido maestros y nos hemos fabricado una serie de
estructuras que van desde la santa regla hasta la palabra infalible, pasando
por códigos…privilegios, conferencias episcopales, congregaciones romanas”.
“El absurdo de someter nuestra actividad apostólica a fórmulas y
casillas trazadas fuera del continente”.
A lo largo de veinte siglos de historia (el mensaje de Cristo) se ha
visto aprisionado en la estructura de una civilización grecoromana”.
(Discurso.
Encuentro de Iquitos, Agosto 14/71)
Alfonso, nos
comparte otro párrafo de Gerardo:
“Yo te compadezco en la lucha que sin duda se libra en lo íntimo de tu
persona. He tenido el privilegio de la lucha contra la fe, contra la vocación,
contra la fraternidad; es la pobreza que he querido vivir” (Carta
Nro. 590/71)
Los textos que
nos han sido compartidos por Alfonso, las palabras se quedan cortas para dar a
entender el significado profundo de lo que vivió Gerardo en su intimidad.
A la persona
muy amiga con quien tenía correspondencia “íntima” en la misma Carta Nro. 0283/70 comenta:
“Quería sentir todo el problema humano que se esconde en mi persona”. Te
juro que es terrible. Desde filosofía soy anticlerical. Pero me ordené con la
esperanza de “honrar mi ministerio”. (Carta
0283/70)
Para quienes
estuvimos cerca de Gerardo, no nos es extraño, el que él haya sentido el
sufrimiento y el dolor de la soledad:
“Qué soledad…nadie se ha hecho presente, ni en favor ni en contra”.
Refiriéndose a
la gente y a sus amigos, etc. No vaciló en dejar consignado:
“¿Piloto inexperto, a quién acudo si mis allegados se contradicen en sus
consejos? ¿A quién consulto con confianza si no tengo amigos? Y, con razón: si
ven en mi un enigma, ¿cómo pueden confiar en mí?” (Carta 31/71)
Gerardo no se
quebró porque vivió muy intensamente su vocación sacerdotal al servicio del
Pueblo de Dios. El bien hubiera podido saltar a la fama, con sus dotes de
escritor, periodista, conferenciante, compositor y músico. Su función fue: “comprender
y compartir” el mal. Vivir y sufrir la crisis para dar apoyo y comprensión a
quienes también padecen.
Dice Gerardo: “Para mí, aggiornarse el sacerdote es sentir
como Cristo el dolor de las muchedumbres marginadas y la rebeldía de esa
juventud aprisionada dentro de unas estructuras que deberían estar en continua
revisión, según las exigencias de los tiempos y los impulsos del Espíritu” (Carta
abierta a los sacerdotes).
Pregunta a
Gerardo: Se podrá frenar el desmandado consumismo anunciando sus conquistas en
la sociedad, ¿haciéndonos creer que el anhelo del hombre es alcanzar un nivel
de vida y estamos “salvos”?
“No confundo progreso temporal y Reino de Cristo: sé, sin embargo, que
el primero, en “cuanto puede contribuir a ordenar mejor la sociedad humana,
interesa en gran medida al Reino de Dios”. (Carta abierta
a los sacerdotes).
*Presbitera
Católica Romana.
BIBLIOGRAFÍA:
Alfonso Gil
Yepes: “Rasgos íntimos de Gerardo Valencia Cano.
Cuadernillo impreso
en mimeógrafo. Dagua, Valle del
Cauca, Septiembre
1995.
NOTA: Las letras en negrilla, son de Gerardo Valencia Cano.
Las letras en cursiva, son
comentarios de Alfonso Gil Yepes
El resto son mis comentarios.
Comentarios
Publicar un comentario