Padre Lício de Araújo Vale - Diócesis de São Miguel Paulista
Aunque la fe sea un aliado esencial para dar sentido a la vida, y los sacerdotes sean bases importantes para vivir la fe, ha ocurrido algo que va más allá de la fuerza de la creencia y de la vocación. He registrado la noticia del suicidio de sacerdotes en Brasil. Mi investigación comienza con la muerte del padre Bonifácio Buzzi, de 57 años, en Três Corações-MG, el 7 de agosto de 2016, y termina con la muerte del padre Mário Castro, de 55 años, en la diócesis de Roraima, el 19 de junio de 2023. De agosto de 2016 a junio de 2023, 40 sacerdotes se suicidaron en Brasil.
El suicidio es un fenómeno complejo y multifactorial. En el caso de los sacerdotes, varios estudios señalan que los principales factores de riesgo son el estrés, la soledad y la presión excesiva. El Papa Francisco añade el tema del clericalismo: "El clericalismo es una plaga en la Iglesia", dijo en una entrevista en el vuelo de regreso de Fátima el 14/05/2017.
En la actualidad, tanto la Iglesia como los propios sacerdotes se enfrentan al reto de actuar en una sociedad cada vez más individualista, secularizada y espectacularizada, que presenta grandes exigencias provocadas por los cambios sociales y la pluralidad de valores. La evolución experimentada por la sociedad postmoderna ha dejado su huella en la vida de la Iglesia, provocando un cambio en la imagen que la gente tiene de ella y, en consecuencia, de sus sacerdotes.
Diversas contingencias afectan a la realidad del sacerdote de hoy. En este artículo, os invito a reflexionar sobre una de ellas: el dilema entre la imagen teológica y la imagen sociológica del sacerdote.
En muchos casos, la imagen teológica del sacerdote contrasta con la imagen sociológica que se le atribuye en la llamada sociedad postmoderna. La imagen teológica es la que el sacerdote proyecta cuando celebra los sacramentos y sacramentales y cuando se relaciona con sus colaboradores más cercanos. Por otro lado, la imagen sociológica es la que el sacerdote recibe de la sociedad, a menudo diferente de la que tiene de sí mismo, lo que puede causarle estrés, soledad y abatimiento. La contradicción entre estas dos imágenes puede llevar al sacerdote a infravalorar la imagen teológica, o a enclaustrarse en ella. De este modo, puede moverse en una ambivalencia que le facilite el paso de una imagen a la otra. Además, sobrevalorar la imagen teológica puede llevarle a infravalorar la imagen sociológica y a cultivar el deseo de ocupar una posición en la sociedad, mientras que infravalorar esta imagen teológica puede llevarle a cuestionarla y a verla como producto de una teología exagerada.
Por tanto, el reto de los sacerdotes en este sentido no es huir de la realidad refugiándose en la imagen teológica del sacerdote, pero tampoco deben ignorar la imagen sociológica que de ellos tiene la sociedad actual. Es más, deben vivir con coherencia la dimensión teológica del sacerdocio, tan cuestionada por la realidad social en todos sus aspectos. Es el caso de un sacerdote recién ordenado que queda deslumbrado por su imagen teológica, por lo que se refugia en ella y se identifica sólo como sacerdote, pero empieza a distanciarse de su humanidad, de su "ser persona" con cualidades y defectos. Quisiera recordar aquí que en el caso de la vocación sacerdotal el Señor llama "personas". Para "ser sacerdote", primero hay que "ser".
Así pues, evadirse de la propia realidad puede dar lugar a una personalidad fragmentada, incluso a la aparición de trastornos psicológicos. El siglo XXI se caracteriza por un ritmo diferente, en el que reinan el individualismo, la urbanización, la inteligencia artificial, el metaverso u otra realidad. Ser sacerdote en el siglo XXI implica un nuevo descubrimiento para la Iglesia, porque los paradigmas anteriores y la experiencia de los sacerdotes predecesores no responden a todas las preguntas a las que se enfrentan hoy los ministros ordenados. Adaptarse al tiempo presente mediante un servicio fiel y eficaz a la llamada del Evangelio requiere ojos y oídos atentos a los signos de los tiempos, capacidad para atender a los corazones sedientos en esta época cambiante y cuidado de sí mismo.
Por último, es pertinente reconocer la importancia y urgencia de una mejor formación inicial en seminarios y noviciados (trabajando más eficazmente la dimensión humano-afectiva), la creación de estrategias pastorales más adecuadas no sólo para la formación permanente, sino también para el cuidado de los propios sacerdotes, así como hacer frente al miedo y a los prejuicios sobre la salud mental de los sacerdotes.
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https://www.aciprensa.com/noticias/estudio-revela-que-40-sacerdotes-se-suicidaron-en-brasil-en-los-ultimos-7-anos-24721
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