EL ECUMENISMO DE AYER Y DE HOY Olga Lucia Álvarez Benjumea ARCW*



 

Cuando llegaron a mi pueblo los primeros hermanos protestantes; los Adventistas, recuerdo que el señor cura párroco, no vaciló en poner a funcionar los altavoces de la catedral, que se escuchaban hasta en el campo, y a toda voz decía que había que tirar piedra, allí donde vivían, pedía no arrendarles casa y no venderles en las tiendas.

Las mamás de la cuadra se organizaron, reunieron a sus hijos y les dijeron: “Así lo haya dicho el cura, ningún de ustedes levantará la mano para tirar piedras a la casa de Doña Teresita. Fui testigo viva de esta penosa experiencia.

Ante la euforia del Concilio Vaticano II a las reformas y cambios dentro de la Iglesia, tuve la suerte de ver personalmente cómo pasaba por el frente de mi casa, el mismo señor cura párroco, que, con toda humildad, llevaba una canasta de frutas como obsequio para los hermanos adventista, ¡pidiéndoles perdón! Este acontecimiento a mi edad 11 años me emocionaba.

Otro acontecimiento vivido con emoción sucedió en el Seminario Mayor de Medellín, (1968) al terminar la IIª, Conferencia Episcopal. Lo recuerdo y vivo con honda pasión y alegría, los hermanos protestantes que estuvieron presentes en dicha Conferencia, solicitaron permiso para recibir la Eucaristía. Permiso que fue concedido por el anfitrión del encuentro Monseñor Tulio Botero Salazar, hombre de feliz memoria. Por la nave central fueron desfilando con sus trajes litúrgicos, El obispo anglicano David Reed, le seguía el hermano Roger, los luteranos, los presbiterianos. La Comunidad presente, se pusieron de pie y hasta el sol de hoy resuenan en mis oídos, los aplausos fuertes, honestos y con gran alegría. Lo que acabo de compartir con ustedes, lastimosamente no se encuentra registrado en los Documentos de Medellín. ¿Por qué? Alguien… cuyo nombre no recuerdo, llamó a su Santidad Paulo VI, acusando a Mons. Botero Salazar.

Desde entonces, “corre mucha agua bajo el puente”, dice el adagio popular.

Como mujer presbitera católica romana, leo con profundo dolor el Comunicado de la Conferencia Episcopal Colombiana, de abril 18/23, sin firma, pero aparece plenamente en la página de la Conferencia órgano oficial de la Iglesia Católica.

El tema expuesto es: Orientaciones sobre el Uso de los Lugares de Culto en las Casas de Encuentros y Ejercicios Espirituales cuando Son Alquiladas a Entidades Religiosas No católicas”.

Este tipo de actitudes lejos de abrir la puerta del Ecumenismo es una puerta más que se cierra, igual como se ha hecho con nosotras las mujeres cuya puerta ha sido cerrada por Juan Pablo II.

¿Cuál sería la actitud de Jesús? Sino recuerdas, aquí  la dejo:

“Juan le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, pero se lo prohibimos, porque no es de los nuestros.» Pero Jesús les dijo: «No se lo prohíban, porque nadie puede hacer un milagro en mi nombre, y luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros, está a favor de nosotros.” Marcos 9:38-40

En ningún momento Jesús obra con opresión, sino que su servicio, sana y libera.

¿A qué Dios adoramos en la vida?

Esta pregunta debe transformarse en nosotros para saber qué la Divinidad que adoramos en la vida, qué es lo que de verdad nos importa.

          El templo y el culto del cristianismo es el mundo, la vida y la conciencia. El cristianismo, debe ser una forma de vida y no una religión llena de cacharrería litúrgica. En la iglesia católica romana, se está confundiendo la liturgia con el andamiaje, el escenario, cuando a Dios no se le adora en un teatro, sino en Espíritu y en verdad.

          Se están preocupando mucho más por la fábrica, los ornamentos, el tipo de misa, el salmo, la antífona litúrgica que de Cristo y la Pascua que es vida y amor, acogida y luz.

          A la Divinidad se le adora en la honestidad y la honradez, en el amor a la verdad todos los días, lo demás son rituales, normas, leyes.

          Tenemos que acoger a todos nuestros hermanos sin diferenciar las religiones, yendo a la esencia que es Cristo, la forma de rezar, los gestos, los símbolos, carecen de importancia.

          La samaritana, es acogida por Jesús y ella, anuncia que ha encontrado al Mesías y ellos creen en El.

          No podemos quedarnos en el Antiguo Testamento, y en un Mesías al estilo de este porque este tipo de conductas son las que puede que hayan descristianizado a muchas personas: tenemos que vivir con respeto a los demás, buscar la paz, la unión la justicia. No pueden convertir con palabras como las expresadas por la Conferencia Episcopal de Colombia a vivir un cristianismo ritualista y no de vida.

          Tenemos que ser samaritanos, convencernos de que Jesús es vida para todos, profesemos la creencia que profesemos, porque Él es el agua de vida eterna.

          Solo quiero que transmitan honradez y lealtad, que es el mejor Evangelio y la mejor liturgia.

          Tenemos que vivir el ecumenismo, todos juntos, solo así la iglesia es universal. Con este tipo de actitudes no se busca la unidad de los cristianos, sino que se está sembrando enemistad y división, lo que lleva a la frustración y al desencanto.

          La iglesia católica romana, se permite discriminar a todo el que no piense y actúe como ellos pretenden o dicen que hay que actuar, creen tener el monopolio de la verdad, vulneran los derechos humanos, discriminan a las mujeres, a otras confesiones y se permiten el lujo de excomulgarles por el hecho de no hacer lo que ellos quieren que se haga y como ellos creen que hay que hacer porque lo dice el código de Derecho Canónico.

          Es una verdadera lástima que haya rupturas, distanciamientos y suspicacias y eso solamente es el reflejo en que se constituyen y operan las diferencias y los conflictos de la sociedad y de la historia de las iglesias.

          ¿Cómo podemos pretender que haya ecumenismo si por parte de las iglesias, en este caso la católica romana de Colombia y su conferencia episcopal se siembra continuamente el germen de la discordia y de la contradicción?

          Mientras no se viva el espíritu de Jesús, acogedor, humano, amoroso, no puede surgir un ecumenismo ni un modo de vida cristiana en busca del mandato de Jesús:” Amaos los unos a los otros como yo os he amado”.

 

 

Fraternalmente,

Olga Lucia Álvarez Benjumea

ARCWP

Envigado, mayo 11/23 

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