Olga Lucia Álvarez Benjumea ARCWP*
Hace
mucho tiempo, deseaba viajar a Roma, en concreto al Vaticano, porque tengo
verdadera necesidad de conocer al obispo de Roma para poder exponerle ciertas
preguntas que se que puedo hacerle directamente a él.
Cuando por fin, llego al Vaticano, me acerco a uno de
los laterales por las columnatas de la plaza de San Pedro y veo cómo unos
guardias suizos, custodian la puerta de bronce. Me acerco a uno de ellos,
impolutamente uniformado y le pregunto:
Pregunta: Disculpe, señor Guardia (suizo), ¿Me podría
indicar cuál es la puerta que está cerrada para que las mujeres no entremos?
En voz baja, y sin apenas pestañear, aunque con cara
de escepticismo me pide que le repita la pregunta, porque no me comprende.
Verá usted, señor guardia…le estoy preguntando si me
puede indicar cual es la puerta que está cerrada para que las mujeres no
entremos.
Respuesta: ¡No sé nada, de esa puerta, pero puede
preguntarle a la monjita que va allá!
P: ¡Sor!¡ Sor! espéreme, ¡un momento! Veo que Usted trabaja aquí. ¿podría
indicarme cuál es la puerta que está cerrada para que las mujeres no entremos?
R: Señora, disculpe, estoy de afán, no se de qué me
está hablando…
P: Hermanita, discúlpeme, en el fondo estoy buscando
si puedo al obispo de Roma, que me dicen que es un hombre muy bueno, sencillo y
humano.
R: Vea, señora, pero no me vaya a hacer quedar mal, me
doy cuenta de que usted ha venido desde muy lejos, su acento es parecido al del
Santo Padre, así que deduzco que es una mujer que ha viajado de lejos, le veo
cansada, tanto como él. Venga, le muestro por dónde lo puede encontrar. Váyase,
por este lado hacia la izquierda puede encontrar el ascensor, llegué hasta el
piso sin cuenta y ahí lo puede ver. Por favor, no vaya a decir que yo, se lo
dije y procure que los guardias no le vean, porque no le dejarían seguir
adelante.
P. Gracias, hermana, no se su nombre, ¿cómo se llama?
R: Me llamo SABIDURIA
P: Gracias, hermana Sabiduría, a sus consejos me
atengo. Descuide, no la voy a hacer quedar mal gracias por su ayuda.
Salgo corriendo a buscar el ascensor y no veo que haya
ningún guardia, así que me meto en el ascensor, todo lo rápido que puedo, pulso
el botón que me ha indicado la hermana Sabiduría y se cierran las puertas tras
de mí y aunque estoy apurada, veo que por fin voy a poder llegar al piso
indicado. El ascensor se detiene, y oigo un tintineo que me indica que he
llegado al piso, se abre la puerta y alcanzo a ver al obispo de Roma, con su
traje blanco impecable, esta en su silla de ruedas. Parece que está haciendo
oración, espero a que termine, pero se me acerca un monseñor con mirada
escrutadora y me pregunta ¿quién es usted y como ha llegado hasta aquí? Le
comienzo a contar que necesito ver al obispo de Roma, y me dice que me vaya con
muy malos aires, en esto, se me acerca el papa y le pide al monseñor que le
permita que me acerque. Con cara de pocos amigos, el citado monseñor se aleja y
me acerco al papa, no sin emoción.
Me le presentó, me da una mirada profunda, No me
siento rechazada, me ofrece acercar una silla hacia él. Iniciamos nuestra
charla, le dije de dónde venía, pregunto por mi país y por mi labor pastoral y
misionera. Le compartí mis experiencias y algunas fotografías le alcancé a
mostrar y hasta se las dejé.
Pidió que no me molestarán, ya que había entrado
rompiendo los protocolos exigidos.
Ahí fue cuando aproveche de comentarle sus últimas
entrevistas.
Le agradecí muy sinceramente, todos sus gestos de
caballerosidad, “son generosas y valientes”, “Las mujeres son importantes en la
Iglesia”. Del obispo de Roma, hemos recibido lindos elogios.
Lo que si no le puedo agradecer es que, por pretender
ejercer el ministerio sacerdotal femenino, se nos tilde de “neuróticas”. Se
desdice, sus elogios pierden peso, porque si “sufrimos” de neurotismo, no
podemos ser “generosas y valientes”.
Además, es verdad, y esto es un gran problema para el anuncio
de la Buena Noticia, ¿será que en el otro lado no existe el neurotismo? Es muy
aconsejable el celibato opcional. Y para avanzar en la evangelización es
urgente se reconozca el sacerdocio femenino a las mujeres, sin clericalizarnos,
sin que pretendamos reemplazarles y querer ser fiel copia de lo que hacen.
Las mujeres hemos recibido la responsabilidad (Mateo
28:10), de anunciar la Buena Nueva, con dignidad y honestidad, hasta que la
tierra se convierta en Cielo y el Cielo se vuelva tierra, haciendo que la
Divinidad se haya humanizado en medio de nosotr@s. Entonces, no pretendamos
hacer de esta situación un fenómeno teológico.
El obispo de Roma estaba dispuesto a seguir nuestra
conversación, pero en esas llegó la Hna. Sabiduría. Me saludó, como si no nos
hubiéramos visto. En esta ocasión, se le ve muy distinta, una sonrisa ambia,
como no podíamos hablar, nos picamos el ojo. Se le ve salir un poco rápido,
porque es hora de la merienda y no quiere que se le enfrié.
Oremos por el Papa Francisco, por su salud, por su
buen ministerio al servicio de la Iglesia y sobre todo por su preocupación a
que aceptemos y anunciemos la Buena Noticia
Hasta luego…
*Presbitera católica romana
ARCWP
Envigado, abril 25/23
BIBLIOGRAFIA:
5) Hechos de los Apóstoles 5:29 “Obedecer primero a Dios,
antes que a los hombres”
7) https://www.diariodigital.com.do/2023/04/26/el-papa-toma-una-decision-sin-precedentes-que-beneficia-a-las-mujeres.html/
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