Para mí es un gusto compartir con Ustedes,
sobre María de Nazaret, la Madre de Jesús.
En el pueblo hebreo, existió la costumbre de que,
a las mujeres solteras, se les conocía por apellido, el nombre del pueblo
natal. Lo mismo sucede en el caso de María de Magdala, ya reflexionares sobre
ella, en otra ocasión. En todo caso por favor, no confundir con la hermana de
Lázaro y Marta.
De María, la Madre de Jesús, mujer sencilla,
humilde, mucho no le conocemos porque se desconocemos las costumbres hebreas y el
arameo, lo cual nos impide poder entender sus costumbres y cultura.
Donde más podemos descubrir quién era María, la
Madre de Jesús indudablemente su mejor autobiografía nos la da a conocer el
Cántico del Magníficat, el cual podemos orar, reflexionar releyendo en
perspectiva de mujer.
Cuenta la leyenda, que en el pozo, llamado el
Pozo de la Virgen, esta cerca de la iglesia que se construyó en recuerdo de la
visita de María embarazada a su prima Elisabeth la madre de Juan. En ese pozo
hay un letrero que dice: “No beba, agua contaminada”.
Esto me hace reflexionar, sobre el por qué
ignoramos el uso del Magníficat, en nuestra oración y culto: “No beba, agua
contaminada”.
El Magníficat, es un pozo de agua potable,
fresca, que purifica el ambiente contra la corrupción, la injusticia,
convirtiéndose en un cántico de protesta que anuncia la esperanza y liberación
en nuestros pueblos.
Es un cántico revolucionario, liberador, por
eso en el sistema patriarcal, esta esa advertencia: “No beba, agua
contaminada”.
Hagamos del Magníficat un rosario permanente,
hasta que el respeto, la justicia, se haga costumbre en nuestros días, hasta
que reine la paz y la armonía en nuestros pueblos.
El cántico de María la madre de Jesús es el “anuncio
de un cambio radical, una inversión de valores" (Papa Francisco,
refiriéndose a ello, agosto 15/22).
Leerlo, reflexionarlo, compartirlo, comentarlo
es apasionante, Es hacerlo realidad y práctica en el servicio y el amor a l@s
herman@s oprimid@s no liberad@s.
Continúa diciéndonos el Papa Francisco: "La
Virgen profetiza que no son el poder, el éxito y el dinero, los que
prevalecen, sino el servicio, la humildad y el amor. Mirándola en la gloria,
comprendemos que el verdadero poder es el servicio y que reinar significa
amar".
Hagamos del Magníficat un rosario, ¿por qué no?
Intentar hacer del Magníficat un rosario permanente es correr riesgos. Igual
que lo corrió María, cuando se fue sola, por caminos peligrosos plagado de
delincuentes salteadores de caminos, en busca de su prima, para compartirle la
Buena Nueva que llevaba dentro.
Ella, la más sencilla, la más humilde, canta su
agradecimiento, a Quien la dignifica, la honra de generación en generación por
encima de grandes y poderosos, dándole autoridad y poder para promover el
cambio radical de conceptos y valores hacia la justicia, la paz, derribando el
sistema patriarcal.
Es Ella, nuestra líderesa, la que nos promueve
y nos invita a la juntanza. Ignoremos y no hagamos caso, al aviso patriarcal
que nos despista con aquel aviso que nos han dicho: sean humildes y sumisas
como la virgen María, que equivale al aviso aquel del pozo que dice: “Cuidado,
no beba agua contaminada”.
Ahora, si con toda el alma, saludémosle diciendo:
“Dios te salve María…Madre de Jesús.
Amén.
*Presbitera católica romana
Envigado, septiembre 5/22
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