Olga Lucia Álvarez Benjumea ARCWP*
Humo rosa sobre el Vaticano
Últimamente hemos visto mucho alboroto de unas mujeres
que han viajado a Roma, a “tocar” la puerta.
¿Cuál puerta? Preguntarán, algun@s. Les recuerdo en el
pontificado de Juan Pablo II él decretó que la “puerta” de la Iglesia estaba cerrada
para las mujeres. Eso fue por allá en 1995 con la famosa Carta para las
Mujeres.
No sabemos en manos de quién quedó la llave, pues la
llave, no ha aparecido, y desde ese entonces, también se desconoce quién es el
portero. Algunos muy atrevidamente dicen, que la llave está en manos de un ser
misterioso y divino.
Ah, ahora entiendo. ¿Por qué tanto interés a que la
dichosa llave no aparezca?
¡Ah caramba! Se me ocurre pensar y no es atrevido mi
pensamiento. Será que esa bendita llave, esta en manos de una mujer, o de
muchas o algunas mujeres.
Quién no ha escuchado y cuántas veces la historia de la
mujer pagana que le enseñó a Jesús de Nazaret a cambiar los planes del sistema
patriarcal, por un sistema humano inclusivo, en el que mujeres, hombres de
diferentes culturas y credos queden asumidos en el plan de la Divinidad de la
liberación. (Marcos 7: 24-30).
Si esto lo logro una humilde mujer, vaya uno saber que
historia cargaba en su vida. ¿Madre soltera?, ¿Divorciada?, ¿Abandonada?,
¿Separada? ¿Violada? Ni siquiera hemos logrado conocer su nombre. Porque las
mujeres importantes de la Biblia, la mayoría no tienen nombre, a no ser que se
diga: “mujer de…” a la sombra del paraguas del nombre del marido.
En el Movimiento de Jesús, hubo mujeres y hombres, en
la igualdad del discipulado, por eso las mujeres hoy, no vamos a dejar de estar
haciendo que cada vez lleguen a Roma, delegaciones pidiendo que las mujeres
seamos tratadas en igualdad de condiciones.
No basta, hacer denuncias, escritas o verbales, no
basta hacer palancas, para llegar a Roma. Lo más importante que se vea el servicio
del presbiterado femenino, anunciando la Buena Nueva de la liberación. Que se
vean los resultados. Se están viendo, aunque no lo creas.
Hoy las mujeres tenemos abiertos muchos espacios, el
apoyo al Movimiento crece y cada vez se suman más y más mujeres apersonándonos de
nuestra identidad como hijas de la Divinidad creadas a su imagen y semejanza.
Que todo el mundo lo sepa, las mujeres también representamos la imagen de Dios
en la tierra. La Divinidad del ser humano, no es de exclusividad del sistema
patriarcal.
Por eso nos sentimos sin miedo, audaces y atrevidas,
haciendo alianzas, en vez de ponernos a atender conflictos de carácter personal;
celos, envidias, protagonismo, que estorban e impiden anunciar la Buena Nueva.
Cuando quieras y puedas, mujer estás invitada a sumarte
en la Juntanza de la justicia y la igualdad, porque entre muchas podemos más y
unidas el cambio se hará.
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