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Nuestra lectura de esta semana es del evangelio de Juan:
Felipe dijo: “ Señor, muéstranos al Padre y eso nos bastará”. Jesús le respondió: “ ¿ No me conoces, Felipe, después de tanto tiempo entre vosotros? Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo puedes decir: ' Muéstranos al Padre ' ? no _¿Tú crees que yo estoy en el Padre, y que el Padre está en mí? Las palabras que os digo no las hablo por mi propia cuenta. Más bien, es el Padre, que vive en mí, quien está haciendo su obra. Créanme cuando les digo que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí; o al menos creer en la evidencia de las obras mismas. De cierto os digo, que el que cree en mí, hará las obras que yo he estado haciendo, y hará cosas aún mayores que estas, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidáis en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Puedes pedirme cualquier cosa en mi nombre, y lo haré. Si me amas, guarda mis mandamientos. 16 Y yo pediré al Padre, y él os dará otro abogado para que os ayude y esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad. El mundo no puede aceptarlo, porque no lo ve ni lo conoce. Pero vosotros lo conocéis, porque vive con vosotros y estará en vosotros. (Juan 14:8-17)
La lectura del leccionario del evangelio de esta semana tiene muchos detalles que notar. Lo primero que me llama la atención ahora es la abrumadora masculinidad de este pasaje: Jesús es masculino, revela al Padre como masculino y se refiere a lo Divino exclusivamente en lenguaje y símbolos masculinos.
Los símbolos que usamos para Dios tienen una función. Hablar exclusivamente de Dios con lenguaje y símbolos masculinos también tiene una función. Elizabeth Johnson explica:
“Este discurso exclusivo sobre Dios sirve de múltiples maneras para sostener un mundo imaginativo y estructural que excluye o subordina a las mujeres. A sabiendas o no, socava la dignidad humana de las mujeres como igualmente creadas a la imagen de Dios”. (Elizabeth A. Johnson, She Who Is , Edición Kindle. Ubicación 831)
Describir lo Divino como exclusivamente masculino o masculino ha producido malos frutos a lo largo de la historia cristiana. Ofrezco dos ejemplos. El primero proviene de John Paul Boyer en Algunos pensamientos sobre la ordenación de mujeres :
“Ser judío, ser palestino, ser hombre del primer siglo, todo esto es lo que podríamos llamar, en el lenguaje de la metafísica aristotélica, los 'accidentes de la humanidad de Cristo'; pero el hecho de que sea varón en lugar de mujer es parte de la 'sustancia' de su humanidad. Podría haber sido un chino del siglo XX y haber sido, a pesar de las diferencias culturales, más o menos la misma persona que era; pero él no podría haber sido una mujer sin haber tenido un tipo de personalidad completamente diferente”. (En A Monthly Bulletin of the Church of St Mary the Virgin, Vol XLI, No. 5, mayo de 1973, citado por Jacquelin Grant en White Women's Christ and Black Woman's Jesus , p. 77 )
Para Boyer, cualquier otro detalle de la encarnación es incidental, pero el hecho de que Jesús fuera varón es sustantivo.
Consideraremos el segundo ejemplo, a continuación.
(Lea la Parte 2 )
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