«Macho y hembra los creó»
Eduardo de la Serna
Una actividad
importante de la función sacerdotal en el mundo bíblico (y los pueblos vecinos)
era distinguir. Es decir, separar, clasificar, ordenar, organizar… No con un
objetivo enciclopédico (eso sería más sapiencial), sino con un objetivo ritual.
Esto es apto para Dios, esto no lo es. Por eso es importante tenerlo todo
clasificado. Por ejemplo, el escritor sacerdotal del primer relato de la
creación señala los distintos tipos de animales (los que reptan, los que nadan,
los que vuelan), los distintos tipos de vegetales (con carozo, hierbas con
semilla) y también los distintos tipos de astros (el sol, la luna [que no los
nombra], las estrellas) o de seres humanos (macho y hembra). Algo semejante
ocurre cuando, más adelante, clasifica los tipos de animales que se pueden o no
comer, por ejemplo, que sean herbívoros y con pezuña partida, o que no lo sean…
El tema es, aquí y en otras partes “sacerdotales” tener claro qué es lo que es
o no apto para el culto. En general, por ejemplo, puede decirse que sólo se
puede comer (alimentos puros) lo que también se puede ofrecer en sacrificio
(casi como si la imagen fuera que Dios también come eso que se le ofrece). Se
puede señalar que – para la mentalidad bíblica, y otras semejantes – por “puro”
se entiende aquello que corresponde a determinados esquemas en la clasificación
preestablecida (así lo señala la eminente antropóloga Mary Douglas, Pureza
y peligro. Un análisis de los conceptos de contaminación y tabú, Buenos Aires:
Nueva Visión 2007, págs. 12-14.59-75). Sin duda que podría señalarse que muchas
de esas clasificaciones corresponden a un esquema cultural propio del tiempo:
un pez (animal del agua) debe tener escamas, y un ave tener plumas, entonces,
por ejemplo, no se puede comer peces sin escamas (como los mariscos) ni comer
un ave con pelos (como el murciélago). Obviamente, esta clasificación, además,
es visual: se ven los pelos, las escamas, los carozos… No es un estudio
taxonómico de animales, plantas… ni humanos.
Todo esto para
señalar que, por ejemplo, cuando el texto señala que el ser humano es “macho y
hembra” no está haciendo una “antropología bíblica” … sino señalando lo que el
sacerdote visual y culturalmente distingue. Es fundamentalismo, por ejemplo, cuando
algunos usan ese texto para decir que no deberían tenerse en cuenta diferentes
géneros porque “Dios los creó varón y mujer” (es decir, nada puede tocarse, ni
moverse, ni discutirse, ni nada. Me recuerda a aquel rey al que la “Santa
Inquisición” le prohibió hacer canales en un rio, porque “si Dios hubiera
querido esos canales ya existirían”, la “ley natural” [sic] lo impedía). Entre
paréntesis, es muy importante – en nuestros días – no confundir lo que se
entiende por ‘sexo’ de lo que se entiende por ‘género’. Sexo es algo físico, y
sólo conocemos tres: masculino, femenino y los rarísimos y muy escasos, pero
que existen, casos de los antiguamente llamados hermafroditas (hoy se los suele
llamar "intersexuales"); en cambio, por género se entiende una apreciación
que trasciende los sexos. Sin duda por género hay una mirada integral que, si
bien incluye lo sexual, también incorpora lo cultural, lo psicológico y muchos
aspectos más que hacen a la totalidad de la persona humana. Sería atroz, para
poner un ejemplo, entender (hay quien lo hace) a una persona homosexual como
enferma, o entender que se trata de una moda y es algo que tal o cual persona
“elige”. Así como un varón puede decir "yo no elijo que me gusten las
mujeres, sino que simplemente me gustan", otro puede decir lo mismo sobre
los varones, y lo mismo puede decir una mujer. No se trata de
“elección”. Algo semejante puede decirse de los imaginarios que
sostienen que hay colores para varones y colores para mujeres (celeste y rosa)
o juegos para varones y juegos para mujeres (rugby y hockey, por
ejemplo). Obviamente en la organización visual de los sacerdotes bíblicos
sólo hay (solo “se ve”) dos tipos humanos: macho y hembra.
Pareciera que,
para los tiempos antiguos, por ejemplo, tener relaciones con personas del mismo
sexo estaba al mismo nivel que tenerlas con animales, y ambas cosas eran vistas
como "abominables", un juicio claramente determinado por razones
culturales (como también suelen ser "abominables" para una cultura,
como la egipcia, alimentos que en otra cultura, como la judía, son
habituales).
Ciertamente,
deteniéndose en lo visual, mirar los sexos es una posibilidad; pero también se
podría haber mirado, por ejemplo, los colores de la piel, y entonces se
señalarían blancos, rojos, negros y amarillos (usando los estereotipos
habituales), o algún otro tipo… Lo importante es señalar que el texto bíblico
no pretende hacer una distinción antropológica, sino sacerdotal. Una mujer, por
ejemplo, no puede acercarse al altar ni entrar a la parte principal del templo
y una mujer, además, incurre periódicamente en impureza menstrual, por ejemplo,
de la que debe purificarse. Un tema más complejo (porque no es lo mismo un
período histórico que otro, o una región que otra) es el lugar de la mujer en
la sociedad bíblica; sólo señalo aquí que Jesús aporta un aspecto importante,
especialmente porque en su ambiente, seguramente por influencia helenista, la
mujer está bastante relegada: las mujeres no comían con los varones, no podían
ser discípulas de maestros, etc. Jesús, en este sentido, propone una sociedad
de iguales y estos elementos distintivos no se encuentran en su praxis: tiene
discípulas, las mujeres participan en sus mesas, etc. Pero, y este es el tema,
no hay una expresa antropología en esto. Por ejemplo, en Pablo, el tema
‘antropológico’ es si se está o no unidos a Cristo (“en Cristo”),
varones, mujeres, todos. Por eso es importante tener en cuenta que lo que
nosotros llamamos, por ejemplo, la homosexualidad (y todas las diferentes
variantes que habitualmente se incluyen en el colectivo LGTBIQ+ que rechazan,
con lógica, un esquema binario basado simplemente en una estructuración visual)
no eran algo que se planteara en los tiempos bíblicos.
No pretendo
aquí, hacer un acercamiento a esos temas en los tiempos bíblicos, lo que sí
pretendo es señalar que textos como “Dios los creó macho y hembra” no tienen
nada que decir a estos temas, y no es – nunca lo es – sensato sacar un texto de
su contexto, en este caso, el sacerdotal. Por ejemplo, que para la celebración
de la Eucaristía se pretenda pan de trigo, sin levadura y vino, de uva,
ciertamente no significa que sea negativo comer carne, o beber cerveza, por
ejemplo. Lo ritual tiene que ver con un ámbito específico (el rito), pero la
vida no es rito, aunque los haya. Y de vida hablamos. De seres vivos. Hermanos,
hermanas y hermanes.
Foto tomada
de https://www.mdpya.com.ar/publicidades-sexistas-responden-a-cuestiones-machistas-y-miradas-patriarcales/
Eduardo de la Serna
Una actividad
importante de la función sacerdotal en el mundo bíblico (y los pueblos vecinos)
era distinguir. Es decir, separar, clasificar, ordenar, organizar… No con un
objetivo enciclopédico (eso sería más sapiencial), sino con un objetivo ritual.
Esto es apto para Dios, esto no lo es. Por eso es importante tenerlo todo
clasificado. Por ejemplo, el escritor sacerdotal del primer relato de la
creación señala los distintos tipos de animales (los que reptan, los que nadan,
los que vuelan), los distintos tipos de vegetales (con carozo, hierbas con
semilla) y también los distintos tipos de astros (el sol, la luna [que no los
nombra], las estrellas) o de seres humanos (macho y hembra). Algo semejante
ocurre cuando, más adelante, clasifica los tipos de animales que se pueden o no
comer, por ejemplo, que sean herbívoros y con pezuña partida, o que no lo sean…
El tema es, aquí y en otras partes “sacerdotales” tener claro qué es lo que es
o no apto para el culto. En general, por ejemplo, puede decirse que sólo se
puede comer (alimentos puros) lo que también se puede ofrecer en sacrificio
(casi como si la imagen fuera que Dios también come eso que se le ofrece). Se
puede señalar que – para la mentalidad bíblica, y otras semejantes – por “puro”
se entiende aquello que corresponde a determinados esquemas en la clasificación
preestablecida (así lo señala la eminente antropóloga Mary Douglas, Pureza
y peligro. Un análisis de los conceptos de contaminación y tabú, Buenos Aires:
Nueva Visión 2007, págs. 12-14.59-75). Sin duda que podría señalarse que muchas
de esas clasificaciones corresponden a un esquema cultural propio del tiempo:
un pez (animal del agua) debe tener escamas, y un ave tener plumas, entonces,
por ejemplo, no se puede comer peces sin escamas (como los mariscos) ni comer
un ave con pelos (como el murciélago). Obviamente, esta clasificación, además,
es visual: se ven los pelos, las escamas, los carozos… No es un estudio
taxonómico de animales, plantas… ni humanos.
Todo esto para
señalar que, por ejemplo, cuando el texto señala que el ser humano es “macho y
hembra” no está haciendo una “antropología bíblica” … sino señalando lo que el
sacerdote visual y culturalmente distingue. Es fundamentalismo, por ejemplo, cuando
algunos usan ese texto para decir que no deberían tenerse en cuenta diferentes
géneros porque “Dios los creó varón y mujer” (es decir, nada puede tocarse, ni
moverse, ni discutirse, ni nada. Me recuerda a aquel rey al que la “Santa
Inquisición” le prohibió hacer canales en un rio, porque “si Dios hubiera
querido esos canales ya existirían”, la “ley natural” [sic] lo impedía). Entre
paréntesis, es muy importante – en nuestros días – no confundir lo que se
entiende por ‘sexo’ de lo que se entiende por ‘género’. Sexo es algo físico, y
sólo conocemos tres: masculino, femenino y los rarísimos y muy escasos, pero
que existen, casos de los antiguamente llamados hermafroditas (hoy se los suele
llamar "intersexuales"); en cambio, por género se entiende una apreciación
que trasciende los sexos. Sin duda por género hay una mirada integral que, si
bien incluye lo sexual, también incorpora lo cultural, lo psicológico y muchos
aspectos más que hacen a la totalidad de la persona humana. Sería atroz, para
poner un ejemplo, entender (hay quien lo hace) a una persona homosexual como
enferma, o entender que se trata de una moda y es algo que tal o cual persona
“elige”. Así como un varón puede decir "yo no elijo que me gusten las
mujeres, sino que simplemente me gustan", otro puede decir lo mismo sobre
los varones, y lo mismo puede decir una mujer. No se trata de
“elección”. Algo semejante puede decirse de los imaginarios que
sostienen que hay colores para varones y colores para mujeres (celeste y rosa)
o juegos para varones y juegos para mujeres (rugby y hockey, por
ejemplo). Obviamente en la organización visual de los sacerdotes bíblicos
sólo hay (solo “se ve”) dos tipos humanos: macho y hembra.
Pareciera que,
para los tiempos antiguos, por ejemplo, tener relaciones con personas del mismo
sexo estaba al mismo nivel que tenerlas con animales, y ambas cosas eran vistas
como "abominables", un juicio claramente determinado por razones
culturales (como también suelen ser "abominables" para una cultura,
como la egipcia, alimentos que en otra cultura, como la judía, son
habituales).
Ciertamente,
deteniéndose en lo visual, mirar los sexos es una posibilidad; pero también se
podría haber mirado, por ejemplo, los colores de la piel, y entonces se
señalarían blancos, rojos, negros y amarillos (usando los estereotipos
habituales), o algún otro tipo… Lo importante es señalar que el texto bíblico
no pretende hacer una distinción antropológica, sino sacerdotal. Una mujer, por
ejemplo, no puede acercarse al altar ni entrar a la parte principal del templo
y una mujer, además, incurre periódicamente en impureza menstrual, por ejemplo,
de la que debe purificarse. Un tema más complejo (porque no es lo mismo un
período histórico que otro, o una región que otra) es el lugar de la mujer en
la sociedad bíblica; sólo señalo aquí que Jesús aporta un aspecto importante,
especialmente porque en su ambiente, seguramente por influencia helenista, la
mujer está bastante relegada: las mujeres no comían con los varones, no podían
ser discípulas de maestros, etc. Jesús, en este sentido, propone una sociedad
de iguales y estos elementos distintivos no se encuentran en su praxis: tiene
discípulas, las mujeres participan en sus mesas, etc. Pero, y este es el tema,
no hay una expresa antropología en esto. Por ejemplo, en Pablo, el tema
‘antropológico’ es si se está o no unidos a Cristo (“en Cristo”),
varones, mujeres, todos. Por eso es importante tener en cuenta que lo que
nosotros llamamos, por ejemplo, la homosexualidad (y todas las diferentes
variantes que habitualmente se incluyen en el colectivo LGTBIQ+ que rechazan,
con lógica, un esquema binario basado simplemente en una estructuración visual)
no eran algo que se planteara en los tiempos bíblicos.
No pretendo
aquí, hacer un acercamiento a esos temas en los tiempos bíblicos, lo que sí
pretendo es señalar que textos como “Dios los creó macho y hembra” no tienen
nada que decir a estos temas, y no es – nunca lo es – sensato sacar un texto de
su contexto, en este caso, el sacerdotal. Por ejemplo, que para la celebración
de la Eucaristía se pretenda pan de trigo, sin levadura y vino, de uva,
ciertamente no significa que sea negativo comer carne, o beber cerveza, por
ejemplo. Lo ritual tiene que ver con un ámbito específico (el rito), pero la
vida no es rito, aunque los haya. Y de vida hablamos. De seres vivos. Hermanos,
hermanas y hermanes.
Foto tomada
de https://www.mdpya.com.ar/publicidades-sexistas-responden-a-cuestiones-machistas-y-miradas-patriarcales/
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