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Nos estamos aproximando al mes de mayo, mes para conocer y dar gracias a María, la Madre de Jesús.
Me acerqué a María, con el interés de conocerla personalmente. Pues las imágenes que me han presentado de ella, ninguna corresponde a su identidad como mujer judía, Madre de Jesús y nazarena.
Ella misma, no está muy contenta con la forma y estilo en que la han venido mostrado, esta que se quiere bajar de estos pedestales, esa ropa cargada de oro, plata y perlas, la hacen sentir muy incómoda, el cetro y la corona le pesan.
Mucha, pero mucha gente, la tienen acosada pidiéndole favores, su casillero ya se desborda, tiene fisuras y se revienta, ya Ella, hizo lo que tenía que hacer y lo hizo muy bien hecho. No solo nos enseñó su fiel obediencia al Padre (Dios) aceptando ser la Madre de Jesús, sino que se empoderó de su papel como tal, y como mujer que sabía cuál era su papel y oficio, como mujer y profeta, en la sociedad patriarcal-machista que le tocó vivir.
María como mujer, no solo fue esposa y madre, sino una mujer profeta. Dentro de la realidad que le tocó vivir; el sufrimiento de su pueblo, bajo un emperador (Cesar) hecho tirano, dictador y un rey sicario y homicida (Herodes). Ella, vivió en carne propia la tiranía del imperio romano.
¿Por qué ese afán de mostrarnos a María, como mujer sumisa? Se sabe que Ella, es nuestra lideresa, nuestro ejemplo a seguir, nuestra modelo.
Es Ella, la primera mujer sacerdote (presbitera) que lleva en su seno a su Hijo Jesús, el Liberador, cual custodia misionera.
Es Ella, la mujer rebelde, indignada ante la injusticia y el sufrimiento de su pueblo. Es Ella, la que nos libera de normas, leyes y dogmas, llevando, y mostrándonos la Buena Nueva, que palpita en sus entrañas, y hace saltar de gozo a quien a Ella se acerca (Juan El Bautista).
Es Ella, la mujer que conoce, investiga y nos enseña, la Escritura Sagrada, que su tío político el Sumo Sacerdote Zacarías, en sus manos deja.
Es Ella, la que se apropia de las palabras del Profeta Isaías, y con dignidad serena, a su prima Isabel se revela como mujer inconforme, mujer que protesta, mujer profeta, y de sus labios sale el Canto del Magníficat, (Lucas 1:46-55) que a muchas/os asusta, porque le ven como una arenga.
Es Ella, quien convoca, es Ella, quien da confianza, a las discipulas/os con su presencia. Fue Ella la primera en el Salón del Cenáculo, junto con sus amigas (Hechos 1:14), y amigos seguidores de Jesús, en aquel Pentecostés, dando inicio a la Iglesia Pueblo de Dios. Por eso Ella, ha sido y es llamada Madre de la Iglesia Pueblo de Dios.
Que sea el mes de mayo, el mes para conocer de María, su identidad, su personalidad, su maternidad, su dignidad, como mujer rebelde y de protesta ante las injusticias.
¡Salve Maria! Te ofrezco mis rosarios hechos Magníficat, para aprender de tu experiencia, de tu compromiso y testimonio, sin clericalismos, sin templos, allí donde viven nuestros hermanos/as, víctimas del desalojo, del desempleo, del sectarismo, del fundamentalismo, marginados, y excluidos de la injusticia.
CANTO DEL MAGNIFICAT
(Lc 1, 46-55)

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi liberador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.”
¡Salve María! Liberadora nuestra! Tu vida es Buena Nueva, es novedad, tu vida es compromiso y desafío para vivir y anunciar el Evangelio, pleno de energía divina, de gozo y liberación. (Lucas 16:16)
*Presbitera católica romana.
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