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¡Hablen, señores obispos, se lo suplico!


HABLEN, SEÑORES OBISPOS, SE LO SUPLICO
«Fui forastero y me acogisteis» (Mt 25,36-41)
JUAN ZAPATERO BALLESTEROS, zapatero_j@yahoo.es
SANT FELIU DE LLOBREGAT (BARCELONA).

ECLESALIA, 15/07/24.- Se están traspasando rayas rojas con el tema de la inmigración. El último caso y más flagrante lo estamos viviendo, en estos momentos, con la llegada de menores migrantes a nuestro país y con la consiguiente acogida por parte del Estado español y el posterior reparto en las diferentes comunidades autónomas.

Acogida, como no podía ser de otra manera, dice el Gobierno. Ahora bien, por lo que respecta al reparto, «que no nos compliquen la vida», han saltado los de siempre de manera burda e insultante. Los que pretenden conservar España pura, limpia e impoluta. Paradojas de la vida, son los mismos que querrían que España continuase siendo católica «como Dios manda»; su dios, claro, que no tiene nada que ver, en absoluto, con el Abbá del Evangelio, lleno de compasión y de entrañas de misericordia, que Jesús vivió e intentó transmitir a la gente de su tiempo.

Son los mismos que salen bramando como bestias feroces contra leyes y derechos de los ciudadanos, que no obligaciones, aprobados por gobiernos ateos y marxistas, según su burdo e ignorante decir. Los mismos que pretenden manipular, con mentiras y patrañas, a mentes ignorantes, fruto de cierta malicia, en muchos de los casos, intentando hacerles ver que sus males son producidos siempre por gentes venidas de fuera. Gente sin cualificar, claro. Porque, con quienes tienen cualificación o «destreza», se podría hacer alguna excepción. Rechazan frontalmente a aquellos a quienes siempre hemos llamado pobres. Para qué dar más vueltas buscando eufemismos.

Señores obispos, les pido, les suplico, mejor, que hablen, que digan alguna cosa, que se mojen, vaya, pues la cuestión lo urge. Estamos en un país que, aunque laico, su voz continua teniendo, todavía, un eco fuerte. Salgan a denunciar lo mismo contra lo que el Papa Francisco habla de manera insistente: la explotación del pobre y el rechazo al inmigrante. Díganles a quien así están actuando en nuestro país, en estos momentos, que están yendo contra la ley más primigenia de Dios «Acoger al pobre, al huérfano, a la viuda y al extranjero». Que los cultos, en los mal llamados «actos oficiales», a los que tanto les gusta asistir a estos representantes políticos que se niegan a dar acogida a estos menores, son la ofensa más grande contra el Dios de Jesús que se puso siempre del saldo de los débiles, especialmente de los niños y los más pequeños.

Señores obispos, hablen: se lo pido, se lo suplico.
¡Gracias!

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