Rebelión en la Iglesia


Mientras la noticia religiosa más impactante habla del Camino Sinodal de las iglesias católicas europeas, bajo el liderazgo de la iglesia alemana, que, abiertamente, desafían a Roma, otra noticia que tiene que ver con las congregaciones religiosas preocupa a todos, sean sinodales o romanos: el tremendo declive de las vocaciones sacerdotales en los últimos tiempos.

En 1965, por ejemplo, había 36,038 jesuitas. Hoy esa cifra ha descendido a 14,839, 60 por ciento menos. Los salesianos fueron en 1967, 22,810; hoy son 14,354. Los franciscanos pasaron de 27,136 en 1963 a 12,476, el día de hoy. Igual sucede con otras órdenes religiosas con similares o distintas características.

Las discrepancias en el seno de la Iglesia Católica son evidentes y profundas. Dos corrientes se disputan palmo a palmo las jerarquías vaticanas, los obispados y la heredad de una iglesia que ambos grupos señalan que debe ser universal.

Por un lado están los que podríamos llamar tradicionalistas, que sostienen que es tiempo de sostener los principios básicos de la doctrina y que su apostolado debe ceñirse a su prédica y defensa en temas tales como la participación de las mujeres en la administración de la Iglesia, los grupos LGTBI, la obediencia al Papa y la defensa contra lo que ellos llaman un relativismo moral y una secularización dañinos y galopantes.

Del otro lado, están lo que llamaríamos reformadores que van, por cierto, más allá de lo que predica el Papa Francisco, llamando a la inclusión de mujeres en ciertos niveles de la jerarquía e incluyendo abiertamente a los grupos LGTBI dentro de la comunidad eclesial. Este grupo se vertebra a través de la Iglesia Sinodal y su camino, fuertemente posicionados en Europa.

Ambos tienen entre sus filas a cardenales, arzobispos, obispos y clero que declaran públicamente su adhesión y que llegan a poner en tela de juicio y hasta desobedecer algunas indicaciones del Papa. Sin embargo, ambos también señalan su disposición de no llegar a la última consecuencia del cisma.

Francisco navega en aguas turbulentas, apostando al cambio progresivo y “con gracia”. Eso le cuesta, por ejemplo, callar ante al arresto del cardenal chino Zen para preservar el futuro de un acuerdo de colaboración firmado entre El Vaticano y el gobierno de Xi Ping.

La conmoción producida por los escándalos de pederastia ha sido y es un factor predominante en esta crisis. Francisco lidia serenamente con ella, pero afianza su influencia para que el futuro de la Iglesia vaya por una línea intermedia que se asiente sin embargo en la prédica y defensa de una economía comunitaria y no liberal.

jorge.alania@gmail.com

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