LA ABUELA DE LOS HIJOS DE PEDRO.

 



Olga Lucia Álvarez Benjumea ARCWP*

 

Esta historia es ficticia, basada en hechos reales, narrados por Marcos 1:29-31.

No hago uso de la palabra “suegra” por la connotación negativa que dicha palabra tiene.

Dice el texto que Jesús, salió de la Sinagoga con Santiago y Juan para dirigirse a la casa de Pedro. No dice, cómo y por quién se enteró de que la abuela de los hijos de Pedro, estaba enferma, Podemos imaginar que la noticia fue dada a conocer por alguien en la Sinagoga. Quizás Juan y Santiago, le dieron la noticia.

Hago notar de Marcos quien dice fue el primero en darnos a conocer los acontecimientos y actitudes de Jesús, coloca la actitud sanadora de Jesús, dando a conocer el hecho del milagro como el primer milagro realizado por él.

Veamos algunos detalles, que parecen saltar a la vista. Pedro, un hombre burdo, pescador, fabricante de redes. Era buen conversador, tenía amistades por todas partes, a todos podía ayudar, y daba soluciones a sus problemas. No era un hombre casero, y se volvió menos casero desde que conoció a Jesús y se unió a su combo.  Fue tal impacto tuvo Pedro con él. Siendo Pedro un hombre violento y perteneciente al grupo de los Zelotas,( Lucas 6:15; Hechos 1:13) suponemos que más tarde renunció y se afilió al grupo de Jesús y sus compañeros. Así y todo cómo olvidar el hecho en el Monte de los Olivos, cuando Pedro con su espada corta de un tajo la oreja de Malco. (Juan 18:10-12).

En su casa, quedaba su mujer y su suegra, pendientes de cuidar a los niños. Estaban muy preocupadas, viendo la falta de responsabilidad de Pedro, y que les tocaba a ellas, ver cómo cuidar y atender a los niñ@s.  Situación que nos hace deducir que la abuela ya estaba cansada, aburrida y enferma. La mujer se ve que estalló fruto del estrés, somatizándolo. Lo cual no se nos hace raro, ni es de extrañar. El estrés, se salió de su cuerpo.

El evangelista, no nos dice, el nombre de la esposa y tampoco el de la abuela, tampoco dice nada de los nietos, pero que los había los había. Para él, no era de su interés, lo que estas dos mujeres estaban viviendo, nos muestra que la situación de mujeres y niños en el sistema patriarcal era oprimir, marginar, explotar e invisibilizar las mujeres y los niños.

¿Qué va a hacer Jesús? La mujer en privado, le cuenta cuál es la situación. Jesús guardó silencio. No habló con Pedro, no lo llamó, ni le reprochó nada. ¡Qué raro! O, raro no, Jesús se da cuenta de que algo no anda bien en la sociedad patriarcal. Es una lástima que este diálogo, se hubiera escapado de la pluma del evangelista.

Jesús atravesó la habitación y se dirigió hacia donde estaba la abuela, tendida en su lecho ardiendo de fiebres.

“Se acercó a ella, la tomó de la mano y la levantó”. (Marcos 1:31)

Si la abuela, enferma, siente la necesidad, de auto visibilizarse, esta deprimida, ya no se le tiene en cuenta, se le margina. La sociedad patriarcal, es jefe dominante en ir descartando aquello que considera que no es productivo, ni rentable, como se ha señalado en el papel de la mujer, de los enfermos, ancianos y niños.

La actitud de Jesús, es romper con esas normas, y lo primero que hace es romper el hielo con la abuela. Como hombre se le acerca, suponemos que le debió dar el saludo del Shalom!!!. Saludo hebreo. Significa paz, bienestar y es una forma de saludo o despedida entre los judíos.

Le tomó de la mano. El haberse acercado, el tomarle de la mano. Es muy importante el acercamiento, el toque fraterno, el estímulo. Con esta actitud, la estaba reintegrándo, sacándola del estado de marginación y opresión, a que estaba sometida. Además, Jesús estaba dándole importancia a la persona, más no a la Ley.

Una vez liberada la mujer de su “enfermedad”, su ánimo, su aceptación consigo misma y el darse cuenta que la actitud de Jesús la rescata, “se pone a servirles” (Marc. 1: 31) Un servirles que es el ejercicio en plenitud de la diaconía, sin restricciones de género.

Eso de que es una mujer, enferma, anciana, impura, ha quedado en conciencia sin tener sentido. Igual que ella, muchas mujeres nos despojamos de esas fiebres, que nos obstaculizan el anuncio de la Buena Nueva. No dudo que, en esa casa, hubiera nacido una comunidad eclesial de base, impulsada por ellas, para celebrar la vida, para celebrar la liberación que hoy nos hace responsables para la realización del cambio que la Iglesia y la sociedad necesitan.

Amén.

 

*Presbitera católica romana

 

Envigado, agosto 31/22 

Comentarios