BUENAS NOCHES (7 PM. OCTUBRE 19/1971)
Monseñor Gerardo Valencia Cano mxy
Obispo de Buenaventura-Valle-Colombia.
Me piden que
hable sobre la amistad. Y yo me pregunto ¿qué es la amistad? Qué loco soy. ¿Sabéis
la respuesta? La amistad es un perro. No son todos los perros. Os lo repito.
Porque solo uno me define la amistad. Es un perro. Es un perro que reúne, para
mí, todas las exigencias que yo tengo para la amistad. Porque la amistad es
otro yo que me satisface plenamente, con la ventaja que me da la seguridad que
no soy yo ese otro yo. Por eso quien mejor me puede definir la amistad es un
perro. ¿No lo conocéis? Haced el ensayo. La historia de la humanidad está llena
de historia de perros. Desafortunadamente los hombres no sabemos de amistad y
por eso, aunque guardamos archivos los nombres de muchos varones y mujeres y
aún de caballos famosos, no recuerdo, el nombre de algún perro que haya
merecido de la humanidad el que su nombre quedara guardado en las páginas de su
gloria. Y hasta hemos llegado a hacer del perro una definición de malvado. Pero
digan lo que digan la amistad es un perro. Ahora recuerdo que los indios Cholos
del Chocó no pueden concebir el cielo sin el perro. Por algo será que los
pueblos primitivos comienzan a ser valorados en su cultura. Ya no se les puede
llamar salvajes. Sencillamente son pueblos de una cultura distinta de la
nuestra. Cultura quizá sin técnicas electrónicas; pero culturas reales, con
rasgos muy definitivos, como este de los Cholos, el aprecio por el perro. Es
que la amistad sólo se consigue cuando el otro me satisface de tal modo que yo
puedo tener mayor confianza en él que en mi propia persona. Y el perro es así.
Por eso nos encomendamos a sus cuidados: él vigila nuestro guarda en los
caminos, da su vida por nosotros, nos descubre donde nos ocultan y descubre
también la que nos han robado. ¿No es eso acaso amistad?
Qué poco de
esto hallamos en nuestros semejantes.
Por eso Dios,
cuando quiso demostrarnos su amistad se hizo nuestro servidor, en la cruz, Él
es el verdadero amigo. La verdadera amistad.
Cualquier
humano que pretenda ser nuestro amigo deberá seguir de cerca, consciente e
inconscientemente, las huellas de Cristo. De otra manera se quedará muy por
debajo de los perros.
Cuando pienso
en la amistad y la relaciono con los perros, entonces esta palabra que antes
tenía para mí el significado de lo malo, se convierte en símbolo de lo mejor. ¿En
efecto qué puede haber en la vida mejor que la amistad?
¡Qué miserable
es la vida sin amistad!
¡Qué miserable
es un hombre sin amigos, sin siquiera un amigo!
¿Pero sabéis?
Cuando el hombre, por egoísmo se niega a ser amigo de sus semejantes busca en
el perro un amigo, a vece en el gato, en una lora, en otro animal. Es que el
hombre egoísta es como el animal. Se ha negado a ser hombre. Porque lo propio
del hombre es ser amigo de sus semejantes. Es lo propio del hombre. Algo así
como ser racional. Lo mismo que ser racional. Buscar la amistad irracional
cuando se le niega la amistad a los semejantes es la señal de que se dejado de
ser hombre.
El perro es la
lección vida de la amistad. Lástima que tengamos que decir que es una lección
animal de la amistad. Animal, decimos, porque nos la da un ser irracional. Qué
tal que los perros fueran racionales…Cuántos secretos nos revelarían de la
vileza de los hombres que prefieren la amistad de un animal a la amistad de sus
semejantes.
Ser amigo,
como dice la canción, es hacer al amigo el bien: el mayor bien: es estar
dispuesto a dar la vida por él: es darla en realidad, como la dio Cristo: es
darla una vez y mil veces y por siempre, como Cristo en la Eucaristía. ¡Amistad
es Eucaristía!
Gerardo
Valencia Cano
Vic.
Apostólico de Buenaventura.
NOTA: Gerardo Valencia Cano (Moncho) como le llamábamos, o
simplemente Gerardo, murió víctima de un absurdo accidente de aviación el 21 de
enero de 1972.
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